Las enseñanzas que el Sistema de Formación Musical en Bogotá le deja al sistema de orquestas del Ministerio de Cultura
El Sistema Orquestal y de Formación Musical de la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB) cumple 10 años convertido en una política pública para la ciudad. Creado durante la alcaldía del hoy presidente Gustavo Petro, puede dar algunas pautas de lo que debe tener en cuenta el MinCultura en su empeño de montar un sistema similar a nivel nacional.
Por estos días, justo cuando el Ministerio de Cultura intenta diseñar —en medio de una gran polémica con la comunidad de músicos, gestores y académicos— un sistema de orquestas para formar musicalmente a los niños de las escuelas y colegios públicos de todo el país, en Bogotá se celebran los 10 años de la creación de un programa similar: el Sistema Orquestal y de Formación Musical de la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB).
Un programa que ha demostrado ser tan exitoso, que hoy es una política pública consolidada que ha sobrevivido y crecido durante tres administraciones (tan disímiles como Petro-Peñalosa-López), y por la que han pasado 246.000 niñas y niños de las 20 localidades de la ciudad. Un sistema que hoy no solo está compuesto por clases y cursos en los colegios distritales, sino que incluye 36 Centros Filarmónicos Escolares, 19 Centros Filarmónicos locales, 8 Centros Filarmónicos Hospitalarios y varios proyectos especiales.
Ambos sistemas (el de Bogotá, ya consolidado, y el nacional, en proceso de creación) están conectados por el hecho de que nacieron como una idea y una propuesta del ahora presidente Gustavo Petro. De hecho, el sistema de Bogotá fue uno de los logros más visibles de su pasó como alcalde de la capital y su actual interés en sacar adelante un sistema similar en todo el país viene directamente de ahí: quiere replicar esa experiencia exitosa a nivel nacional.
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Hasta ahora, sin embargo, el proceso ha sido muy diferente. Mientras en la ciudad se hizo todo a través de la OFB, a nivel nacional la tarea recayó en el actual ministro de Cultura encargado, Jorge Zorro, músico (estudió en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú), director de orquesta y maestro. Además, el proyecto a nivel nacional ha enfrentado críticas desde el principio, sobre todo por los comentarios del propio Zorro al respecto y por los pocos lineamientos que se conocen hasta ahora -el proyecto completo no ha sido socializado aún-, que ponen en el centro de todo el sistema a la música clásica occidental y su enseñanza, buscando “la formación musical competitiva en pro de la ‘perfectibilidad’ humana”.
Hasta David García, director de la OFB y quien estuvo al frente del proyecto que se hizo en Bogotá en 2013, tiene su reparo frente a un sistema con esas características. “Yo aplaudo que el presidente pida que se cree un sistema como este a nivel nacional, pero a mí me parece que el programa que él tiene en la cabeza es diferente al que tiene el ministro encargado -explicó en un encuentro con varios periodistas, en el que estuvo Diario Criterio, a raíz de los 10 años del sistema bogotano-. Cuando Petro dice que quiere implementar a nivel nacional el programa de música de Bogotá, se refiere a un programa muy amplio, que abarcaba músicas populares y tradicionales, que nunca pretendió que la música clásica fuera su centro y cuyo objetivo no era buscar músicos virtuosos”.
En ese sentido, y a pesar de que no siempre se puede trasladar un proyecto que se ha montado en una ciudad como Bogotá a otras regiones del país, con sus propias particularidades sociales y musicales, el proceso de montar el Sistema Orquestal y de Formación Musical de la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB) sí ha dejado varias enseñanzas y lecciones, que el equipo del ministro Zorro debería revisar de cerca y que pueden servir como un espejo para el proyecto a nivel nacional.
Criterio recoge algunas de las que surgieron en la charla con David García de la OFB.
1. Debe haber un trabajo conjunto con el sector de educación y hay que tener en cuenta a los colegios
El sistema bogotano nació en 2013, durante la alcaldía de Gustavo Petro, cuando se decidió ampliar la jornada en los colegios distritales. La idea era ofrecer, entre otras cosas, cuatro horas de formación musical a la semana durante ese tiempo extendido de los estudiantes. Y en ese sentido, el diseño y el montaje de todo el proyecto no fue solo responsabilidad de la OFB y la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deportes, sino que tuvieron que trabajar en llave con la Secretaría Distrital de Educación y los colegios.
La primer tarea clave fue introducir el programa de enseñanza musical en los currículums para darle estabilidad, y para eso tuvieron que dialogarlo con el sector educativo y con los maestros que ya trabajaban en los colegios. Esa es una diferencia fundamental con el Sistema de Orquestas venezolano -otro de los referentes para el proyecto-, que funciona por fuera del sistema educativo, lo que si bien permite dedicarle más de 4 horas semanales a la formación musical de los niños, deja al proyecto más expuesto a los vaivenes económicos y políticos del país.
La segunda tarea clave fue buscar a los profesores. En Bogotá decidieron que fueran músicos activos y se les denominó ‘artistas formadores’, para evitar suspicacias con el gremio de los maestros. El primer gran reto, en ese sentido, fue encontrar la cantidad de músicos necesarios para formar a tantos niños. La solución fue hacerlo gradualmente: el piloto se hizo con solo 27 artistas formadores en 6 colegios y gradualmente fue aumentando, a medida que crecían los colegios y estudiantes involucrados. Hoy son 471 artistas formadores.
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2. El objetivo del programa no es buscar músicos virtuosos, sino ofrecerles a los niños una formación integral
“Cuando nosotros nos sentamos con el alcalde Petro y Óscar Sánchez, secretario de Educación de ese momento, a planearlo todo, la discusión fue enorme -cuenta David García -. Muchos planteaban que la enseñanza musical debía estar concentrada solo en un par de lugares y en escuelas especializadas para producir músicos virtuosos. Pero la otra posición era darle la posibilidad a todos los niños y las niñas de acceder a la formación y a la música”.
Al final, decidieron que el propósito del programa no era sacar músicos virtuosos, sino ofrecerle una formación integral, que incluyera la música, a a la mayor cantidad de niños posible. Eso no implica, sin embargo, que sea una formación sin calidad. De hecho, varios de los muchachos que han pasado por el programa han decidido seguir la carrera musical, ya sea en conservatorios o en los estudios que ofrecen las universidades.
Además, y con el tiempo, el programa creció: en 2015, además de la formación en los colegios, se crearon Centros Filarmónicos Locales en varias localidades, en donde no solo se recibía a los niños de las escuelas que quisieran continuar con la formación, sino que también podían entrar quienes no estuvieran escolarizados o quienes estudiaban en colegios privados (el programa es para colegios públicos). Luego se sumaron los Centros Hospitalarios.
3. La música clásica no es el centro del proyecto, que también trabaja con músicas tradicionales y música popular
Aunque el Sistema Orquestal y de Formación Musical es coordinado por la Filarmónica, no gira en torno a la música clásica, sino que trabaja también con la música popular y con las músicas tradicionales. David García explica que “la música clásica tiene sus raíces en la música popular (con compositores como Bach o Bartók). Además, en Colombia la música popular y las músicas tradicionales han alcanzado un nivel de virtuosismo que difícilmente un músico clásico lograría”.
La maestra Gissela de la Guardia, directora del área de formación, música y fomento de la OFB comenta que el programa funciona en torno a “una construcción colectiva musical”, por lo que muchas veces las decisiones del tipo de música y los ejercicios a implementar en las clases se toman con los colegios e incluso con los propios estudiantes. En los Centros Filarmónicos Locales, a donde llegan niños de distintas poblaciones, como indígenas, afros, etc.., funciona de forma similar.
Detrás de todo, además, hay un proceso de conversación con cada institución educativa : “Hay que ajustarnos al Proyecto Educativo Institucional (PEI) de cada colegio, que tiene su propia orientación (tecnológico, artístico, etc.), y hay que armonizar con los docentes. No es llegar a imponer, sino a conocer”. Eso no implica que no haya un acercamiento a la música clásica, que también se muestra y se enseña. Y de hecho, muchos de quienes pasan por ahí terminan disfrutándola, conociéndola e incluso practicándola. La clave es “trabajar al tiempo todas las músicas posibles: repertorio de coros (donde entra todo tipo de música), de banda, de orquestas”.
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4. La importancia de que sea sostenible en el tiempo
El objetivo inicial del programa durante la alcaldía de Gustavo Petro era formar a 4.400 niños. Y aunque al inicio fue difícil (por la falta de instrumentos y de artistas formadores) y hubo que empezar de forma progresiva, cuando el proyecto empezó a fluir y a ser exitoso en los primeros colegios, el voz a voz llevó a que muchas otras instituciones lo pidieran para sus estudiantes también. Eso llevó a que la meta se ampliara a 16.000 niños y a que solo en el primer año pasaran por el programa 4.700.
Lo más importante, sin embargo, fue que luego de la salida de Gustavo Petro de la alcaldía, la administración de Enrique Peñalosa (un enconado rival político) continuó con el proyecto e incrementó el número de estudiantes beneficiados. Y luego, Claudia López hizo lo propio. Hoy el programa funciona en 36 colegios, en donde forma a 27.094 niños y niñas, mientras que otros 3.572 participan en los Centros Filarmónicos Locales y los Centros Filarmónicos Hospitalarios.
La clave para que eso sucediera, según García, además de la voluntad política de los alcaldes de turno, fue haber conectado el programa con el sistema educativo y con los currículums de los colegios. También, que se acompañó con la creación de varias orquestas que circulan por los colegios y que se alimentan de los jóvenes que pasan por allí: la Orquesta Filarmónica Prejuvenil, la Orquesta Filarmónica Juvenil, la Banda Filarmónica Infantil, el Coro Filarmónico Infantil, el Coro Filarmónico Prejuvenil, el Coro Hijas e Hijos de la Paz (con hijos de exguerrilleros de las FARC firmantes de la paz), el Coro Filarmónico Masculino, la Estudiantina Filarmónica Infantil y el Ensamble Representativo de Iniciación Musical, entre otras.
5. La cuestión logística de los instrumentos
Una de las grandes dificultades que enfrentó el Sistema Orquestal y de Formación Musical de la Filarmónica, sobre todo al inicio, fue el de los instrumentos. En los colegios solo tenían como claquetas y flautas dulces, que no servían para los objetivos del programa de la OFB. Y la compra de instrumentos más sofisticados (como violines) se demoró porque requería de varias aprobaciones públicas y de licitaciones, en un proceso que no siempre es rápido.
Para comenzar les tocó echar mano de la recursividad: enseñaban técnica vocal, percusión corporal e incluso alcanzaron a trabajar con instrumentos construidos con material reciclado. Eso permitió que años después, cuando los instrumentos por fin llegaron -comprados por la Secretaría de Educación- y se repartieron en los colegios, el programa fluyera mucho más fácil, porque ya llevaban un proceso más orgánico de acercamiento a la música.
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5 Comentarios
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Qie buen informe sobre este programa de Formación Musical que funciona en Bogotá y se quiere implementar para todo el pais ; así como se plantea me parece perfecto .
Ojalá el ministro encargado lea este artículo
Qué bueno que esta estrategia se haya mantenido a pesar del cambio de alcaldes en la ciudad; un ejemplo que sería magnífico replicar en el país; la música es un focalizador de los deseos de progreso y felicidad de los niños y jóvenes en edad de formación. Excelente reportaje!