Sucre, el pueblo que cumple un año bajo las aguas por la corrupción y el abandono
El municipio, en el departamento del mismo nombre, inspiró ‘Crónica de una muerte anunciada’ y el 27 de agosto cumplirá un año bajo las aguas en una tragedia macondiana de abandono y corrupción. Los peores meses están por venir: 2022, un año para olvidar en La Mojana.
En La Mojana, una subregión entre Sucre, Bolívar, Córdoba y Antioquia, sobre las cuencas de los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge, varios municipios cumplirán el próximo 27 de agosto un año bajo las aguas en la que ha sido la peor inundación desde que sus habitantes tienen memoria. La ruptura del jarillón izquierdo del río Cauca, el aumento de las lluvias por el fenómeno de La Niña y el calentamiento global han sido algunas de las explicaciones que las autoridades y habitantes han dado para describir una tragedia que ya deja más de 150.00 afectados y miles de millones en pérdidas.
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Aunque son varios los municipios afectados —San Jacinto del Cauca, Ayapel, Guaranda, Majagual, San Marcos, San Benito Abad, Caimito y Sucre—, la peor parte la ha tenido que soportar el que lleva el mismo nombre del departamento.
La mayoría de las calles está sumergida al punto en que los habitantes tienen que recorrer buena parte del casco urbano en canoas, lanchas o hacer equilibrio en los largos puentes y caminos de madera que se han tenido que construir en los últimos meses. Y, donde la profundidad lo permite, caminar con el agua hasta las rodillas.
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En Sucre, poco conocido por la mayoría de colombianos, el nobel Gabriel García Márquez pasó varios años de su infancia y adolescencia y le sirvió de inspiración para varias de sus obras, como Crónica de una muerte anunciada, cuyos hechos ocurrieron en este pueblo, en enero de 1951. El pueblo también está plasmado en páginas de La mala hora, El coronel no tiene quien le escriba, Algo muy grave va a pasar en este pueblo, así como La triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada, inspiración de esta crónica.
Pero no solo el pueblo está bajo las aguas del Cauca y las lluvias. También lo está la zona rural donde cientos de hectáreas de sembrados y pastos se perdieron.
“La situación es muy difícil. Aquí muchos están pasando trabajos para vivir y comer, pero las ayudas han sido más bien escasas. Ni siquiera las inundaciones de los años 70, las del 2007, 2008 y 2010, o las de los últimos años han sido tan largas como la actual”, dice Jorge Martínez, un pequeño ganadero de este municipio que tuvo que trasladar sus animales a más de 200 kilómetros.
Un año bajo el agua
Si bien los habitantes y autoridades justifican lo ocurrido a la conjunción de varios hechos fortuitos, uno de los grandes causantes de que las inundaciones continúan está en la incapacidad que ha tenido el Gobierno, especialmente la Unidad de Gestión del Riesgo y el Fondo Adaptación, para darle solución a un problema conocido y estudiado. Incluso, para poder construir las obras necesarias y evitar que el río Cauca rompa los jarillones en el margen izquierdo o controlar las que ha hecho. De hecho, ya hay serias denuncias de corrupción e investigaciones de carácter penal y disciplinario.
Si bien La Mojana es una zona que históricamente se inundaba un par de meses al año —finales de octubre y parte de noviembre—, precisamente por estar en la encrucijada de las cuencas del Cauca y San Jorge (tributarios del Brazo de las Lobas del río Magdalena), su historia empezó a cambiar entre los años 60 y 70 del siglo pasado.
Como lo recuerda Martínez, en invierno, el río Cauca inundaba un cauce conocido como el Caño de la Mojana, que nace en cercanías del municipio de Majagual, en una de las ciénagas, y corre hacia el Rio San Jorge, para desembocar en zona rural de Magangué. En un intenso verano, un sacerdote español, que se ocupaba de la feligresía en Majagual y Guaranda, decidió —con la ayuda de varias almas sedientas— excavar para permitir que las aguas del Cauca lo hicieran en ese verano.
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Las indómitas y potentes aguas inundaron y calmaron la sed, pero lo que el sacerdote no midió es que el Cauca fue erosionando su orilla hasta convertirla en una boca que inunda miles de kilómetros en los inviernos. La Boca del Cura sigue haciendo de las suyas cada cierto tiempo.
Un fenómeno parecido ocurrió el 27 de agosto del año pasado, pero de forma natural, cuando una poderosa creciente del Cauca, cada vez más afectado por la sedimentación de la minería ilegal, rompió el margen izquierdo en el chorro Caregato, que logró tener cerca de mil metros, a la altura de San Jacinto (Bolívar). Las aguas afectaron seriamente los municipios de San Jacinto del Cauca, Ayapel, Guaranda, Majagual, San Marcos, San Benito Abad, Caimito y Sucre.
Según la Unidad de Gestión del Riesgo, a noviembre había 38.972 familias afectadas, es decir, 155.000 personas.
El Gobierno se comprometió a crear un nuevo Jarillón para febrero de este año. En una visita a las obras, el 2 de octubre de 2021, el entonces presidente Iván Duque dijo que estas deben “estar terminadas en 80 días contados a partir del momento en que inició la intervención, es decir, alrededor del 20 de noviembre; sin importar las dificultades del clima hemos venido trabajando en la zona, y este tramo debe cerrarse para contener las aguas, permitir que se seque el terreno nuevamente y ordenar este punto de nuestra geografía”.
Hace un año, el Gobierno prometió que el nuevo dique estaría listo en “unos 120 días”, como informó Diario Criterio ese 30 de agosto en La Mojana, una crisis anunciada y un panorama incierto.
¿Y los 20 mil millones de pesos?
Después de más de 20.000 millones de pesos, en marzo de este año La W radio denunció que las obras para cerrarlo eran un fracaso e, incluso, que estaban detenidas.
Y, el pasado 7 de agosto, cuando Duque dejó la Presidencia, el chorro Caregato seguía abierto e inundando las sabanas fértiles de La Mojana, que no ha podido ver florecer muchos de los cultivos de pancoger que los campesinos siembran en verano; o los pastos para alimentar los ganados. El rompimiento del Cauca se ha convertido en una maldición para la que fue una región próspera del Caribe, productora de arroz, sorgo y panela por la riqueza de sus suelos.
El pasado 27 de julio, El Heraldo publicó una denuncia que tituló De no creer: Cara ’e Gato lleva 11 meses inundando a La Mojana, en la que mostró cómo las aguas del Cauca tienen en jaque a Bolívar, Sucre y Córdoba, desde el 27 de agosto, y habló de más de 80.000 damnificados.
En julio pasado, miembros de la Corporación para la Defensa de la Mojana (Codemojana) denunciaron que no solo los 20.000 millones de pesos invertidos en tapar el chorro Caregato se los robaron, sino que el Gobierno Nacional, a través de la Unidad para la Gestión del Riesgo de Desastres, le adjudicó otro contrato por 10.000 millones de pesos al mismo contratista, para reforzar la Boca del Cura.
El beneficiario de los dos contratos es el ingeniero civil Carlos Francisco Díaz Granados Guerra, representante legal de la firma CDF Ingeniería. Según los denunciantes, el contrato fue adjudicado el 30 de diciembre de 2021 y a la fecha no alcanza el 2 por ciento de avance.
“Carlos Francisco Díaz Granados Guerra es primo del exalcalde de Santa Marta y actual viceministro del Interior (o Relaciones Políticas), Juan Pablo Díaz Granados; e hijo de Carlos Francisco Díaz Granados Martínez, actual director de la Corporación Autónoma Ambiental del Magdalena (Corpamag), con Diana Beatriz Guerra De la Espriella, hermana de la exsenadora del Centro Democrático María del Rosario Guerra y de los exsenadores Joselito y Antonio Guerra de la Espriella, el primero, condenado por el proceso 8.000 y el segundo, investigado y condenado por la parapolítica”.
Lo cierto es que, en La Mojana, donde el Gobierno viabilizó 10 proyectos por más de 185.000 millones de pesos, las aguas inundan miles y miles de hectáreas, así como caseríos y pueblos. Una tragedia igual o peor a la de Providencia, que ya va a cumplir un año.
Los habitantes de Sucre le piden al presidente Gustavo Petro o a su esposa, Verónica Alcócer —oriunda de Sucre—, que presten su atención a esta región, la cual vive el abandono del Estado, así como el Pacífico colombiano, al que tantas visitas e intereses le han prestado en las últimas semanas.
Proyectos viabilizados en la subregión de La Mojana
- Control de amenazas y riesgos de origen natural y antrópico, en el cauce del río Cauca, municipio de Nechí, Antioquia, por $16.846.655.011.
- Implementación de acciones de gestión del riesgo contra inundaciones, en la margen derecha del río Cauca, municipio de Achí, Bolívar, por $14.499.282.996.
- Obras de protección de orilla en la margen derecha del río Cauca, municipio de Achí, Bolívar, por $4.896.346.127.
- Construcción de obras para el control de inundación en los corregimientos de Santa Lucía, Tacaloa y Las Brisas, en el municipio de Magangué, Bolívar, por $23.980.858.301
- Control de amenazas y riesgos de origen natural y antrópico en el cauce del río Magdalena, municipio de Magangué, Bolívar, por $40.063.403.012.
- Control de amenazas y riesgos de origen natural y antrópico en el cauce del río Cauca, sector de Tenche, municipio de Magangué, Bolívar, por $19.430.255.619.
- Obras de estabilización y protección de la orilla en la margen derecha del río San Jorge, sector del corregimiento Marralu, municipio de Ayapel, Córdoba, por $4.000.300.923.
- Control de amenazas y riesgos de origen natural y antrópico en el cauce del río Cauca, municipio de Guaranda, Sucre, por $30.000.000.000.
- Control de amenazas y riesgos de origen natural y antrópico en el cauce del río Cauca, sector Boca del Cura, municipio de Majagual, Sucre, por $14.825.706.338.
- Control de amenazas y riesgos de origen natural y antrópico en el sector de La Mojana, Punto G, municipio de Majagual, Sucre, por $17.410.774.602.
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