Los tenistas que buscan representar a Colombia en el Mundial de Deportes para Ciegos
Un grupo de deportistas con limitaciones visuales supera obstáculos y alcanza nuevas metas, la más reciente, representar a Colombia en el Mundial de la Federación Internacional de Deportes para Ciegos.
Por: Laura Gamba
Gabriel González viaja dos horas en autobús, dos veces por semana, para llegar a la práctica de tenis. Cuando entra a las canchas, Gabo, como lo llaman sus amigos, se estira y calienta como cualquier tenista que se prepara para un partido.
Pero algo diferencia a Gabo de otros jugadores: tiene una discapacidad visual total desde niño y aprender a practicar este deporte a los 45 años no ha sido fácil.
“Tienes que ser disciplinado, practicar mucho, ser constante, entrenar duro y eliminar los obstáculos que llenan tu cabeza de limitaciones“, dijo.
En el tenis para personas con discapacidad visual, los jugadores no tienen que estar atentos a la pelota; de hecho, tienen que ‘ver’ la pelota con los oídos.
“Mis ojos son mis oídos y mis oídos me permiten describir, calcular, medir y percibir la pelota“, explicó.
Chasquea los dedos cuando ingresa a la cancha para escuchar los ecos de posibles paredes o peligros y, luego, toca con las manos y los pies las cuerdas que están pegadas al piso para determinar los límites de la cancha.
La pelota está hecha de gomaespuma amarilla o negra, según el grado de discapacidad visual, y es más grande que una pelota de tenis convencional.
Para que sea más fácil de escuchar, la pelota está equipada con otra pelota de ping pong, más pequeña, hecha de plástico, que contiene cinco bolitas en su interior.
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Los jugadores tienen dos o tres rebotes para devolver a su oponente la bola que suena como un cascabel, según la pérdida de visión.
Los jugadores con limitación severa, como Gabo, usan vendas para evitar cualquier tipo de ventaja.
Ver con los oídos
Gabo dice que perdió la vista en su ojo izquierdo a los 8 años, debido al sarampión que contrajo cinco años antes. A los 10 años, un fuerte golpe le hizo perder también el ojo derecho.
Desde los 12 años, ya estaba acostumbrado a caminar solo en una ciudad ruidosa como Bogotá.
Aprendió las calles en cuadrícula, diagonales y transversales; e incluso a reconocer los números de los edificios. Su bastón lo ayuda a notar y evitar obstáculos, así como a adaptarse a los cambios en el pavimento; y usa su teléfono inteligente para configurar puntos de interés e intersecciones para llegar a salvo a su destino.
Uno de sus lugares habituales es las canchas de tenis del Complejo Deportivo Salitre, donde frecuenta desde hace dos años, cuando conoció la Fundación Pasión Por el Tenis, que enseña a niños y adultos con discapacidad visual a practicar este deporte.
“Esto me ha dado confianza y me ha permitido atreverme a hacer cosas que no hubiera pensado que haría”, dijo Gabo.
La fundación fue creada en 2019 por Natalia Benavides, de 42 años, a quien le diagnosticaron retinosis pigmentaria cuando tenía 20, mientras estudiaba periodismo y jugaba en un torneo organizado por su universidad, en Bogotá.
Comenzó a perder las pelotas. Su entrenador se quejó de que no se estaba concentrando, pero sabía que la concentración no era el problema.
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La retinitis pigmentosa es una afección hereditaria que mata los bastoncillos de la retina del ojo, lo que hace que una persona pierda la visión periférica, aunque aún puede ver las cosas directamente frente a ella.
“El sueño que tenía desde los 10 años, de convertirme en tenista profesional, se desvaneció, pero se sembró la idea del tenis para ciegos y deficientes visuales”, dijo.
Años después, Benavides se dio cuenta de que el tenis para personas con discapacidades visuales ya era una realidad en países latinoamericanos como Argentina y México. En 2019, viajó a España, a un torneo internacional, y le encantó lo que presenció.
“Fue maravilloso. Fue mi motivación para volver y hacer realidad este proyecto“, señaló.
El tenis para personas con discapacidad visual fue creado en 1984 por Miyoshi Takei, estudiante de una institución para discapacitados visuales en Saitama, Japón. Junto con su profesor de educación física, adaptaron el deporte y Miyoshi cumplió su sueño de jugar.
La fundación en Bogotá cuenta con 18 jugadores de todas las edades, entre ellos está Mario Peña, un profesor de arte de 32 años que desarrolló distrofia macular a los 8 años. El daño le hizo perder su campo de visión central, dejándolo con el 20% de su visión periférica, lo que le permite ver sombras cuando la pelota se acerca.
“Me pasó de la noche a la mañana“, relató Mario. “Solía ser el primero al que los niños en la escuela elegían en sus equipos de fútbol, baloncesto, voleibol y luego me dejaban completamente fuera“, agregó.
Discriminación y exclusión
Peña era un niño disciplinado en la escuela y sacaba buenas notas, pero el sistema educativo en Colombia no se adaptaba a las personas con discapacidad. Como no podía realizar tareas como los demás niños, fue apartado y expulsado.
“‘Si no sabes leer, te haces a un lado y escuchas, mientras los demás aprenden‘, me decían los maestros“, recordó Peña.
Colombia es hogar de dos millones de personas con discapacidad visual, muchas de las cuales tienen dificultades para realizar las tareas del día a día en ciudades que no fueron construidas para personas como ellas.
Un día, Peña recibió un mensaje en WhatsApp, “como caído del cielo“, cuenta, que decía que en el país existía el tenis para personas con discapacidad visual y, desde entonces, su vida cambió.
“No busco ganar dinero, busco enriquecerme con este deporte que me permite escapar de la rutina y distraerme del estrés, del trabajo y de una sociedad que muchas veces no es fácil con las personas con discapacidad”, explica.
Llegar al Mundial
Benavides y Peña recaudan fondos para asistir a los juegos de la Federación Internacional de Deportes para Ciegos 2023 (IBSA, por su sigla en inglés), del 18 al 27 de agosto, en Birmingham (Inglaterra), con la esperanza de elevar el perfil del tenis de personas con discapacidad visual. Pero tienen dificultades para pagar los boletos y los gastos de viaje, ya que no cuentan con apoyo externo.
Peña comenta que no recuerda estar tan emocionado de poder participar en un evento profesional de esta magnitud. Pero, quizás igual de importante, también sería su primera vez en un avión.
“Y me voy a subir a un avión para participar en esta gran competencia, ¡imagínense!”, exclamó, mientras sonríe y visualiza la aventura que le espera.
Las donaciones se pueden hacer en este sitio web.
1 Comentarios
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Que buèn artículo muy motivante y es real. Ojalá hayan logrado asistir al mundial de Deportes para ciegos