¿Sí, chef? ‘The Bear’, la primera temporada en la que el trauma no es un impedimento
The Bear es una de esas series que cuando se estrenan por primera vez, pasan desapercibidas, pero que, al mismo tiempo, son adoradas por la crítica y se ganan todos los premios. De esas que solo vienen a ser de las masas cuando, un domingo cualquiera, buscando cómo pasar la tarde, uno ve una temporada completa y dice “aquí fue”. Luego, uno se da cuenta de que esa serie que acaba de ver y, además, le encantó, es la misma de las 10 nominaciones al Emmy y la de ese actor que está en todos lados en Instagram. La misma que tu amigo teleadicto te recomendó a principios del año.
Déjenme ser su amiga teleadicta que la vio en 2022 (de hecho, estaba en mi plan incluirla en la lista del año pasado, pero, por el estreno tan cercano de la segunda temporada en Estados Unidos, decidí esperar para dedicarle una columna entera). Se las voy a recomendar ahora para que me hagan caso y la vean, así sea meses después.
Claro que mi recomendación no termina con esta columna. Sería eterna si incluyo todo lo que tengo que decir y me niego a hacer ‘spoilers’ porque, aunque sean cortas de ver y traten más o menos de lo mismo, sus dos temporadas tienen énfasis diferentes en temas similares: el duelo, la adicción, el síndrome del impostor, la familia que se elige, la profundidad del trauma; todo esto, en medio de los altibajos y momentos brillantes y hermosos de la industria de la comida.
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The Bear, creada por Christopher Storer para FX/Hulu, es la historia de Carmen ‘Carmy’ Berzatto, un chef promesa que se pasó toda su formación profesional en cocinas prestigiosas, de esas, literalmente, de película; con estrellas Michelin y chefs con gustos particulares, estrictos y francamente aterradores.
Carmy vuelve a Chicago a hacerse cargo de The original Beef from Chicagoland, el restaurante de su hermano Michael, quien hace poco se suicidó y dejó escrito que el restaurante le pasara a él.
The Bear está categorizada como drama/comedia y esa mezcla es evidente cuando, por ejemplo, vemos que, aunque Carmy sabe cómo funciona una cocina y lo caótico que esta puede llegar a ser, no está preparada para lidiar con el grupo de personajes tan variado que ya hace parte del tapiz de The Original Beef: obstinados, tercos, particulares, huraños y completamente negados al cambio. Eso da para momentos graciosos, pero también completamente opuestos, donde se tocan temas muy profundos que llegan a ser tan oscuros y dolorosos como los personajes lo permiten.
Esta primera temporada, espacialmente, se mantiene a punto de ebullición, lo que garantiza que te quedes pegado a esta historia durante los ocho capítulos, cada uno, mejor que el anterior. El principio es confuso, desordenado, ruidoso, doloroso, extenuante y desesperante, como es una cocina en realidad, pero, con el tiempo, conocemos a esas personas que llevan vidas enteras en el negocio sin tener entrenamiento formal y que ocultan un talento innato para lo que hacen. Las vemos desenvolverse en medio de completos desastres emocionales, dirigidas por líderes inmaduros, pero brillantes.
Puede ver acá el tráiler de la primera temporada de The Bear:
A mí me encantan las series que, básicamente, son estudios de personajes. Por eso que pienso que The Bear es excelente y gran parte de esto es gracias a su elenco.
No es casualidad que Jeremy Allen White sea el actor de moda. El tipo es carismático y humilde, y, aunque no es nuevo en la industria (participó durante 10 años de la serie Shameless), con The Bear, logró no solo una tormenta de críticas positivas, sino la consolidación de su carrera en el cine, un Golden Globe y estatus de ícono de la moda masculina.
Cuando ves su interpretación de Carmy, es difícil no estar de acuerdo; Jeremy Allen White logra que no solo simpaticemos con su dolor, sino que, además, apreciemos sus luchas internas y externas; veamos claramente sus aspiraciones, su perfeccionismo y podamos cuestionar sus decisiones. Con todo esto, me atrevo a decir que puede ser una de las decisiones de casting más inteligentes de los últimos años. No me imagino que alguien pudiera hacer lo que él logra con Carmy.
Carmy no está solo. Lo acompaña su ‘primo’ Richie (Ebon Moss-Bachrach), quien, para mí, puede ser el mejor personaje de The Bear. Es una contradicción andante, con la mecha más cortica del mundo, increíblemente leal y vulnerable, pero está tan acostumbrado a ser el más fuerte que no se permite sentir ni dejarse querer. Durante gran parte de la temporada tiene roces con Carmy y Sydney (Ayo Edebiri), la nueva sous-chef de The Original Beef, alguien que tiene la ambición y el talento de Carmen, pero que también es increíblemente insegura.
Durante los cambios más significativos del restaurante vemos a Marcus (Lionel Boyce) encontrar su pasión por la repostería, demostrando un talento no explorado que Sydney y Carmy cultivan; y a Tina (Liza Colón-Zayas), una líder de cocina dura y la más negada al cambio, ablandar su caparazón y apropiarse de esas herramientas que consideraba malas e innecesarias para su trabajo, pero que no solo mejoran sus labores diarias, sino su vida.
Cuando Michael muere, pone de cabeza no solo la vida de su familia, sino su negocio.
Extrañamente, hemos crecido creyendo que los restaurante son un negocio “fácil”, sobre todo, los de comida rápida como el de la serie (que se especializa en Italian beef, un sándwich tradicional de Chicago con influencias italianas); pero The Bear aterriza esa fantasía que nos han vendido y expone lo verdaderamente injusto e inclemente que es el negocio de la hospitalidad, en el que lidian con una serie de problemas típicos de un restaurante: trabajadores irresponsables, inspecciones de sanidad, deudas e impuestos; mala organización, daños de infraestructura y equipos; reseñas de críticos, la competencia, decisiones difíciles de negocio, etcétera…
La serie refleja la frustración y la lucha constante de mantener a flote un local, no solo por sus dueños, sino por todos lo que hacen parte de este.
Pero no se muestra solo lo malo. The Bear es, al mismo tiempo, una oda a la comida y la industria alimenticia. Comer es parte fundamental de la experiencia humana. Durante una comida compartimos risas, historias, tradiciones, a veces lloramos o nos decimos verdades difíciles. Crecemos alrededor de una mesa y reconocemos a quienes nos han querido, en algún momento de nuestras vidas, en lo que consumimos. De esa misma manera, los que se encargan de preparar lo que vamos a comer son quienes intentan transmitir en su comida algo más que un buen balance de sabores: cada uno entrega en el plato algo de sí mismo, una parte de su esencia, de su personalidad, lo que más desea o lo que quiere que el otro sienta.
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The Bear, precisamente, humaniza a quienes se expresan con su labor de chefs. Por eso en cada sándwich, en cada plato de risotto y en cada dona demuestran que no importa cuánto nos duela el alma, cuánto creamos o no estar listos; cuánto queramos destacar ni qué tan imposible sea manejar todos esos sentimientos; es posible superarlos, alcanzarlo y demostrarlo.
The Bear se desarrolla por partes, al igual que esta reseña. Apenas vamos por la primera.
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