‘The Last of Us’ se queda contigo por mucho, mucho tiempo
La adaptación de HBO de The Last of Us ha dado mucho de qué hablar: artículos, TikToks, videos de YouTube, discusiones sobre los cambios más significativos del juego a la serie, criticas increíblemente positivas de la temporada completa y el anuncio (en tiempo casi record) de la segunda temporada, días después del estreno de su segundo capítulo.
Parecería que no te voy a contar nada nuevo. Ya sabemos que no existirán esporas en la serie, que la secuencia del prólogo fue extendida para darle más profundidad al dolor de Joel, que Bella Ramsey logra con Ellie que la adoremos gracias a su capacidad de asombro, la cual brilla con la inocencia de la niñez, la novedad de salir de casa por primera vez y esa necesidad de la adolescencia de hacernos los fuertes.
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También sabemos cómo Pedro Pascal estaría construyendo, no solo un nuevo personaje inolvidable para su ya impresionante repertorio, sino que, con cada episodio, se posiciona como uno más de los imparables de Hollywood; que Neil Druckmann, cocreador de la serie, se trajo consigo al compositor del juego y a los actores originales, para mantener la fidelidad con la materia prima; que su estreno es el segundo más exitoso para HBO en 13 años (detrás, por poco. de House of the Dragon) y que es, sin lugar a dudas, la mejor adaptación cinematográfica (sí, cinematográfica. No me equivoqué) de un videojuego.
Repetir no es mi estilo, pero no puedo ignorar que el tercer episodio de The Last of Us, Long, long time, un episodio perfecto de televisión y se merece una columna entera en su honor.
Cuando la serie se ha alejado del material original, no ha representado un cambio monumental para los espectadores que, como yo, no conocían el juego o sabían de él, pero nunca lo han jugado. Es decir, para quienes la empezamos a ver y la seguimos viendo porque, de lo que se ha estrenado en enero en alguna de las plataformas de ‘streaming’, The Last of Us es la mejor opción de todas (y, en mi sesgada opinión, dudo que en 2023 salgo algo que se le iguale).
Vea acá el tráiler de The Last of Us:
El gancho para verla era un apocalipsis zombie; lo que realmente engancha es un homenaje a lo complejo de las relaciones humanas, la forma en que el amor que sentimos resiste y permanece en el tiempo. De fondo están los infectados, paisajes apocalípticos preciosos, un gobierno autoritario en guerra con un grupo insurgente y, como cereza del pastel, secuencias de acción atrapantes, entretenidas y altamente estresantes.
Creía que ya había descubierto la fórmula de la temporada y lo que podía esperar del tercer capítulo, pero, al final de la hora y veinte minutos, mientras me secaba las lágrimas, quedé convencida que esta no es una serie predecible, y que se disfruta más cuando uno se deja sorprender por ella.
De aquí en adelante voy a discutir algunos puntos de la trama del capítulo. Intentaré no incluir ‘spoilers‘ lo mejor que pueda. Consideren este párrafo como su advertencia. Si no ha podido verse el capítulo o no ha empezado la serie, y no quiere dañarse nada, guarde este artículo, véala y regrese a terminar de leerla.
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Long, long time cuenta la historia de Bill y Frank. En el juego, Bill es un personaje muy pequeño que parece no tener una relación muy cercana con Joel (Pedro Pascal), aunque este conoce su “pueblo” por la cantidad de trampas que lo rodean y los recursos que el enigmático sujeto guarda. Mientras que Frank aparece de vez en cuanto, en alguna que otra carta, donde no se específica bien su relación con Bill y su mundo.
En un cambio radical en la serie, Bill (Nick Offerman, actorazo para personajes huraños, con corazón de oro) es una de esas personas que se ha preparado toda su vida para el fin del mundo. Tiene un bunker lleno de armas, provisiones, literatura de supervivencia, ropa y todo lo que uno podría necesitar en el caso hipotético de que una pandemia elimine a la mayoría de la población mundial (bueno, en este mundo no fue tan hipotético y, pues, si 2020 nos enseñó algo es que las pandemias sí existen).
Es un tipo solitario, con cara de pocos amigos, que sabe cocinar, sembrar, cazar, construir y es muy ingenioso con las trampas, lo cual hace que pueda sobrevivir en su pueblito con comodidad. Vive como si el mundo siguiera igual: cama, casa, carro, electricidad y hasta agua caliente.
Pasan los meses y Frank (Murray Bartlett, inolvidable en la primera temporada de The White lotus; increíble en este capítulo) cae en una trampa. Se trata de un hombre carismático y simpático que va en camino a Boston y convence a Bill para que lo saque del hoyo en el que cayó y lo mande en su camino con el estómago lleno.
Ambos conversan, Bill con recelo y Frank feliz de poder hablar con alguien más y disfrutar de un almuerzo caliente. Frank dice que se va a ir luego de escuchar una canción en el piano, pero, al final de una balada de Linda Ronstadt (Long, long time), Frank se queda viviendo con Bill y vemos cómo su historia de amor, la cual empieza con una ayuda a regañadientes, termina convirtiéndose en la forma en que ambos aprendieron a vivir en el fin del mundo, no solo a sobrevivir.
Ahora, ¿por qué digo que este es un capítulo de televisión perfecto? Porque puede que para contar historias de zombies y apocalipsis no necesitemos historias de amor, pero, cuando se logran contar correctamente, terminan siendo fundamentales para representar los elementos de humanidad que sí son inherentes a ese tipo de historias.
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Cuando nuestra vida cambia, cambia también la forma como vemos el mundo; y un cambio es muchas veces algo tan pequeño como cortarnos el pelo, comprar un carro o que nos quiten los brackets; o algo tan grande como cuando se desata una pandemia de hongos que convierten a las personas en zombies.
Frank le cambió la vida a Bill, Bill y Frank, a Tess y Joel, y, al final, a Ellie. Una cadena de cambios que impactan el desarrollo de una historia, que la enriquecen y que te despiertan como espectador, reconociendo el lugar que ocupa el amor en nuestras vidas, sin importar la forma que esta tome o cómo aparece.
The Last of Us ya suena para ser una serie premiada. Con este último capítulo logró también que Linda Ronstadt escalara en la lista de los más escuchados en Spotify. Pero, más allá del reconocimiento, el éxito y las tendencias que la serie está ganando, su verdadero mérito está en la capacidad que tiene, no solo para conmoverte hasta las lágrimas, sino también de marcarte de tal manera que te quedes pensando en ella mucho más tiempo después de los créditos.
8 Comentarios
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Otro artículo más de Isabel Toro que me deja convencido de esa capacidad que tiene para encontrar los detalles y saber llevar al lector a la puerta de estas series y sus bondades
Increíble forma de resumir no solo el capítulo y las interpretaciones de los actores sino esta serie que nos tiene a todos esperando que sea domingo para poder verla. Gracias Isa.
Tremendo todo lo que haces y ere un orgullo para mi de la forma de visualizar y poder describir lo que percibes mucho talento waooo gracias
Fatal. El tema central de la columna sólo aparece hasta el sexto párrafo luego de una carreta larguísima e insípida. Renglón seguido, un resumen del capítulo de cuatro párrafos y dos parrafitos en los que medio desarrolla la idea. Así no hay ninguna esperanza de progreso, señores del Diario Criterio. Seguro hay mejores escritores buscando una oportunidad.
Me parece un artículo muy íntimo y detallado. Isabel lleva el artículo a un buen ritmo, en el que se crea una relación con el lector. Una relación cercana y llevadera. Me encanta leerla. Es un artículo que me lleva a interesarme por cosas que normalmente no me interesan, como los videojuegos y sus adaptaciones. Me llama la atención de una manera muy positiva, espero seguir leyendo mucho de ella.