¿Cómo afectó la guerra de Ucrania la transición energética en Europa?
Un jugador clave en la guerra de Ucrania ha sido la energía. Tras la invasión rusa en el país europeo, el bloque occidental respondió con sanciones económicas para debilitar al Kremlin, y la principal ha sido el bloqueo a las importaciones de energía rusa.
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Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), China es el principal importador de crudo ruso, pero Europa en su conjunto lo supera, con 2,4 millones de barriles al día el año pasado. Rusia también exporta 1,5 millones de barriles diarios de gasoil, del que Europa depende mucho.
La crisis energética ha aumentado los precios en Europa, y llega en un momento en el que los países de ese continente realizan una transición total hacia energías verdes para el año 2050. En medio de la crisis, mantener la transición no parece tarea fácil.
La transición energética en Europa
Lo cierto es que la Unión Europea ha bajado las expectativas hacia una transformación rápida hacia las energías verdes, pero ya lo hacía antes del conflicto en Ucrania. A comienzos de febrero, antes de la invasión rusa, la Comisión Europea ya planeaba incluir al gas y la energía nuclear en la guía de la Unión Europea para inversiones verdes.
La comisaria europea de Estabilidad Financiera, Mairead McGuinness, aseguró ante la revelación de los planes energéticos que “la razón por la que incluimos el gas y la energía nuclear como lo estamos haciendo es porque creemos firmemente que así reconocemos la necesidad de estas fuentes de energía en esta transición“.
La transición tampoco está siendo fácil. Un ejemplo es el caso de Alemania, que ha invertido 500.000 millones de euros en la transición de su sistema de electricidad. Como resultado, desde el año 2000 ha conseguido que la energía solar y eólica produzcan el 45 por ciento de su energía. Sin embargo, Alemania ha tenido que mantener el 89 por ciento de su consumo de energía fósil, debido a que las energías renovables no son constantes y dependen de las condiciones climáticas del país.
La necesidad de Alemania de la importación de energía no renovable ha quedado manifiesta por la guerra de Ucrania. La resistencia del gobierno alemán de suspender la actividad en los gasoductos que conectan al país con la energía rusa fue un problema para la Unión Europea en los primeros días de la invasión. Ahora, toda la comunidad promete reducir las importaciones de energía rusa al continente en dos tercios para el final del año.
El petróleo, un jugador clave
Mientras tanto, ha quedado clara la dependencia que sigue teniendo Occidente del gas y el petróleo. El miércoles, el precio del barril de West Texas Intermediate (WTI) estadounidense terminó cerca de su nivel de cierre más alto en 13 años, impulsado por la demanda de crudo.
El barril de WTI para entrega en julio terminó en alza de 2,26 por ciento a 122,11 dólares, acercándose a los 123,70 dólares del cierre de inicios de marzo que marcó un pico desde 2008. En tanto, el Brent del mar del Norte para entrega en agosto ganó 2,49 por ciento a 123,58 dólares.
Los precios del crudo subieron tras conocerse el informe semanal de reservas de petróleo en Estados Unidos. En la semana que terminó el 3 de junio, las reservas de crudo aumentaron 2,1 millones de barriles, cuando los analistas esperaban una contracción de 2,5 millones de barriles a 416,8 millones.
Al mismo tiempo, las reservas estratégicas bajaron 7,3 millones de barriles para alcanzar su nivel más bajo en 35 años. Según Matt Smith, analista de Kpler, se trata de un descenso récord en una semana.
Por su parte, la rentabilidad económica de la transición encuentra oposición en el mercado. Como señala Santiago Carcar en El País, menos del 15 por ciento de los miembros de la bancada de los tres grandes bancos Wells Fargo, Bank of America y Citi se han mostrado a favor de las políticas de cero emisiones para el año 2050. E inversores como el influyente fondo soberano noruego aumentan su participación en empresas del sector del crudo, en este caso Repsol.
Alto a la energía rusa tras la crisis en Ucrania
En todo caso, la Unión Europea y expertos insisten en que la crisis con Rusia ha puesto en evidencia que se debe asegurar la transición energética para, además del impacto medioambiental, no depender de mercados volátiles en tiempos de tensión política.
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Justamente, el alto a la energía rusia viene en esta línea. La Comisión propuso el plan REPowerEU, que espera que los países miembros no utilicen energía de Rusia para 2030. A esto se suman los acuerdos verdes y de la European Energy Union, que buscan acelerar la producción de gas de fuentes renovables y reemplazar el gas para generar calefacción y electricidad en el continente europeo.
Mientras tanto, entre las posiciones de activistas ambientales y gigantes del petróleo se encuentra un territorio en el que la transición energética que prevé Occidente tendrá que valerse de energías poco amigables y, en el camino, afectar el bolsillo de los ciudadanos.
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