El peor escenario

Se habla mucho de la posibilidad de una victoria de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales. Hay preocupación de las políticas que promete adelantar -y con razón-: frenar la actividad de exploración de petróleo, cambiar la filosofía económica y abrir la posibilidad para imprimir más billetes irresponsablemente. Es evidente que hay inversiones que están en veremos hasta que se defina el ganador.  Es entendible la premura; Petro es una incógnita.

Pero hay un hecho clave: no tendría el número de congresistas para implementar sus reformas más radicales. En el Congreso saliente su partido tenía tres senadores (Petro, Gustavo Bolívar y Manguito) y después dos, por la traición de Manguito. Los más optimistas le dan como máximo 25 senadores, lejos de la mayoría de 55. Sería difícil su gobierno, pero no catastrófico.

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Las instituciones colombianas son fuertes y acostumbradas a parar a los presidentes. Fue así cuando la Corte Constitucional- siete  magistrados- votó en contra de la segunda reelección de Álvaro Uribe Vélez. Uribe tuvo que aceptar la decisión. Si eso ocurrió contra Uribe con un apoyo del 80 por ciento de la población, con Petro será igual. Así es el realismo colombiano.

Las Cortes son controvertidas, como lo demostró el reciente fallo del aborto. Pero, al cumplir 30 años de existencia, son serias y respetadas por sus sentencias. Ni las cortes ni los colombianos creemos en una asamblea constituyente, nos parece innecesaria. Honestamente, Petro no podrá convencer para abrir una constituyente.

Magistrados de la Corte Constitucional
Magistrados de la Corte Constitucional

Pero ese no es el resultado que preocupa. Sería complejo y tenso, pero manejable. No es el peor escenario. La victoria de un uribista sí sería muy seria para Colombia. 

Parece un contrasentido. Me caerán insultos y ofensas. ¿Qué es peor que un gobierno petrista? Uno uribista o, más exactamente, un gobierno que invertirá en los tres huevitos de 2002: seguridad democrática, confianza inversionista y cohesión social. Estas políticas eran para esa época y es un error aplicarlas nuevamente a la Colombia del 2022. Lo intentó Ivan Duque y no funcionó en esta era, particularmente la seguridad. Reelegir a un gobierno con fallas en este campo sería absurdo.

El uribismo fue importante por 20 años, pero fueron suficientes. Su continuación en el poder sería nefasta para Colombia. Políticas añejas no aplican en la tercera década del siglo XXI, como lo hizo el gobierno actual. El desastre de la seguridad es evidente para todos; el próximo presidente va tener que empezar de cero.

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La victoria uribista tendría un impacto negativo sobre la seguridad. No habría confianza de los petristas quienes aludirían a una percepción de fraude y esto abriría espacio a la protesta social. Los cuatro años serían muy difíciles con manifestaciones y bloqueos. Las inversiones también pararían debido a la situación de orden público. Una situación del petrismo, irónicamente.

Colombia no necesita frenar su desarrollo. Pero eso ocurrirá si gana un uribista: una guerra civil con resultados inesperados. No vale la pena otra guerra. La de 50 años de las Farc fue suficiente.

Hay opciones de centro en Colombia que permiten que escribamos otra versión de nuestra historia. Votémos por ellas.

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2 Comentarios

  1. Parafraseando a Maturana, el técnico de fútbol, a quien le preguntaron por Edgar Perea, este respondió, “como comentarista de fútbol es un buen narrador” Aquí tendríamos que decir que Alfonso Cuéllar cómo analista político es un buen opinador…

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