Temporada de verano, ven, no tardes tanto

Cada vez es mayor el número de científicos que insisten en que el cambio climático incide en la crudeza, la duración y la frecuencia, tanto del fenómeno del Niño como de la Niña”.

Uf. Ya estamos a pocos días para que concluya la segunda temporada de invierno del año y podamos pasar más tranquilos los días de natividad y de año nuevo. Porque, en realidad, hemos tenido 22 meses de lluvias por efectos del fenómeno de la Niña que, de manera insólita, se prolongó por tres años y que, según los expertos del Ideam en nubes y truenos, se extenderá “con un ~76% de probabilidad hasta el mes de febrero”, cuando las condiciones de neutralidad retornarían.

Los científicos permanecen alarmados, pues es la primera vez que este triple episodio ocurre en el presente siglo. La Niña no es un fenómeno de cambio climático ocasionado por la mano del hombre, sino que es un fenómeno natural de variabilidad climática, con registros geológicos de 40.000 años, que se manifiesta por el enfriamiento del océano Pacifico ecuatorial adyacente a las costas suramericanas.

Pero cada vez es mayor el número de científicos que insisten en que el cambio climático incide en la crudeza, la duración y la frecuencia, tanto del fenómeno del Niño como de la Niña.

Puede leer, de Pedro Luis Barco: Alerta: el fenómeno de la Niña nos amenaza por tercer año consecutivo

Aunque la ciencia sabe muy bien cómo se gestan estos fenómenos y las agencias internacionales de meteorología los monitorean con sofisticados equipos, aún no tiene explicación para determinar por qué ocurren. Por lo pronto, como los primitivos de las épocas tribales, se los achacan al Sol: “La variabilidad solar puede impulsar la variabilidad climática estacional en la Tierra”.

Se dice que este ha sido el invierno más duro de los últimos 40 años y que se concentró, sobre todo, en la región andina. Sabido es que en las en las regiones amazónica y pacífica, por efecto de la maravilla de la evotranspiración de los árboles, el clima de la selva tiene usualmente dos temporadas, “una de lluvias y otra de más lluvias”.

Por nuestra topografía, en la región andina el invierno desata eventos hidrometeorológicos que producen las mayores pérdidas, tanto en vidas como en la economía: remoción en masa, avenidas torrenciales, crecientes súbitas; y en las zonas planas de los cuatro costados del país, inundaciones.

Estas amenazas naturales se maximizan y potencian por nuestros pecados en materia ambiental, que tienen que ver, principalmente, con la potrerización de los sitios cordilleranos en donde nacen nuestros ríos; la aniquilación del bosque seco tropical reducido a pequeños relictos aislados, la desecación de humedales, madreviejas, lagunas y ciénagas; la construcción de obras en contravía con la naturaleza y el cultivo en terrenos con pendientes de más de 45 grados. 

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Inundaciones en La Mojana (Sucre) afectan la región desde 2021. | Foto: Jorge Martínez Hernández / DIARIO CRITERIO.

Los datos consolidados de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres, al 16 de noviembre de 2022, son descomunales: todos los departamentos y el distrito capital han sido afectados por las lluvias, 21 con declaratoria de calamidad. De los 1.103 municipios, 871 han sido afectados; 419 con declaratoria de calamidad, 743.337 personas y 223.287 familias afectadas; 271 personas fallecidas y 348 heridas; 6.755 vías destruidas y 120.411 afectadas; 346 puentes vehiculares y 247 peatonales; 68 centros de salud, 457 centros educativos y 170 centros comunitarios; 471 acueductos y 109 alcantarillados.

El invierno puso a prueba el incipiente y recién nacido Sistema de Gestión de Riesgo de Desastres que, hay que decirlo, salió avante y lentamente se va fortaleciendo. Contamos con un plan nacional y con planes departamentales y municipales de gestión del riesgo de desastres que aportan un mejor conocimiento, y hemos avanzado en la formulación de planes de adaptación y mitigación del cambio climático.

Aunque subsiste una gran debilidad en la implementación de estos, en el monitoreo de los eventos, en los sistemas de alertas tempranas y en los planes de evacuación. Básicamente en la comunicación de las entidades con los vecinos del barrio o con los habitantes de los corregimientos o veredas. Hay un abismo entre lo que los funcionarios conocen y lo que los habitantes requieren conocer.

Cualquier persona tiene en su celular infinidad de aplicaciones que van desde chismes de farándula hasta juegos electrónicos recreativos, pero no se han masificado las “aplicaciones de la vida”, que son las que tienen que ver con los riesgos del medio ambiente.

Al término de esta larga y poderosa triple temporada del fenómeno de la Niña, los daños son cuantiosos en vidas y bienes, pero no ocurrieron eventos catastróficos masivos. Como ejemplo, señalo tres sitios con potencial para originarlos que se portaron relativamente bien al término de la temporada invernal:

El primero es que todo apunta a que se retomó el control y se podrá generar energía en la represa de Hidroituango, después de que, en 2018, por daños en la estructura originados por fallas humanas, estuvimos en alerta máxima ante la posibilidad del rompimiento de la presa con consecuencias catastróficas.

El segundo es que, en la zona del canal del Dique, aunque se presentaron desbordamientos y filtraciones, ninguno fue tan brutal como en el invierno del 2010, cuando se rompió el Jarillón, con la consecuencia de que cinco municipios quedaron bajo al agua, se afectaron 150.000 personas y 32.000 hectáreas de cultivos. No sobra anotar que se han presentado demoras en las obras de mitigación del riesgo.

Y el tercero es el Jarillón del río Cauca, en Cali, el cual se construyó equivocadamente para corregir el río, pues se decía que el río había quedado mal hecho por la naturaleza. Cuando las tierras se secaron, buena parte del territorio aledaño al casco urbano caleño quedó por debajo de la cota del río. Tierras que, según el Código Civil, eran, son y serán de la nación, pero que, de inmediato, empezaron a construirse beneficiando a privados.

En diciembre del 2010 estuvimos a esto de que las aguas del río traspasaran el jarillón y se ocasionara una tragedia de proporciones incalculables. La buena noticia es que se están culminando las obras de mitigación del riesgo. Como lo informó Eli Shnaider, gerente del Plan Jarillón de Cali: “Está contratado el 96,9 por ciento de las obras de reforzamiento y se han reforzado 23 de los 26 kilómetros del jarillón”.

Ojalá que el verano que ya se entrevé por el horizonte sea reconfortante y tengamos un clima óptimo para recibir al espíritu navideño. Así sea.

Siga con más de Pedro Luis Barco: Nuestra verdadera riqueza son las selvas y los ríos

9 Comentarios

  1. Alfonso Díaz Bonilla

    Pedro Luis, excelente tu apreciación sobre el clima y las soluciones que propones para el ente gubernamental, maravillosa columna de fin de año, espero la pases súper al lado de tus seres amados gran abrazo.

  2. Gracias Pedro Luis como siempre excelente reflexión, nuestro planeta grita para despertar la sordera de cada uno, ahi está la clave

  3. Ernesto Díaz Ruiz

    Hola Pedroluis.

    Siempre con temas de actualidad, aunque colmados de necesaria reflexión sobre el pasado.
    Es innegable que la intervención humana alteró el clima, aunque algunos negacionistas lo refuten.
    Pensando en eso, recuerdo la famosa frase del actor japonés Toshiro Mifune en ¡Tora! ¡Tora! ¡Tora! (1970): “¡Hemos despertado a un gigante dormido y lo hemos llenado de determinación!”.
    Parece que eso hemos hecho con la naturaleza y vaya si la naturaleza tiene determinación, somos el resultado de eso.
    EL cambio climático (o como les de la chinagada gana llamarlo), ha cobrado la factura y, si no hacemos todo lo necesario para revertirlo… ¡estamos chingados!
    El agua, ese elemento indispensable para la vida, es también causa de tragedias… ¡que paradoja!
    Hay tanto sobre el agua y sabemos tan poco.

    Creo que, contando historias sobre el agua, el bosque, el aire, los animales, lograremos permear a quienes tienen la posibilidad de cambiar la historia: ¡la niñez!

    Espero poder hacerlo guiado por tus conocimientos e inteligencia.

    ¡Abrazo Pedroluis y gracias por este texto!

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