“Hay que honrar a las Nachas de este país”: Viña Machado

Por: Clara María Mejía Zea*

Encasillada en papeles de carácter, la actriz samaria Viña Machado sorprende en su actuación de Nacha, una mujer sumisa, subyugada por su marido —mayor que ella—, en la telenovela Leandro, de RCN, que lidera el rating en horario ‘prime time’. Viña propone, en lugar de juzgarlas, honrar a las Nachas de este país.

Viña no se parece en nada a Nacha. Es cabeza de hogar, mamá de León, un precioso niño de seis años a quien esconde de las redes sociales; y es novia del actor Eduardo Pérez, quien entiende y apoya su temperamento rebelde. 

En esta entrevista, la actriz de 43 años habló, entre otras cosas, de su desafortunado paso por Masterchef Celebrity, donde sintió el odio de la gente; confesó que le encanta la desnudez y les mandó un mensaje a quienes apoyan la firmatón para sacar a Marbelle del programa La descarga, de Caracol Televisión

Franca y directa, deja claras sus posiciones políticas y habla de este periodo de incertidumbre en el país. 

La actriz Viña Machado, en entrevista con Clara María Mejía.

C.M.M.Z: ¿Cómo es pasar de hacer un papel como el de la malvada Gloria al de la sumisa Nacha en Leandro?

Viña Machado: Me sumerjo en Nacha de una manera muy atenta, responsable, de una manera en la que Viña no se peleaba por querer jalarle las mecha a Erótida o sacarla de la casa y decirle vaya y críe a los suyos y déjeme a mí o decirle a Onofre viejo inservible. Pero no lo hago porque hay que honrar a las Nachas y no juzgarlas. Cada quien decide vivir su vida y llevar la fiesta en paz de la mejor manera porque uno es mamá como uno puede ser mamá. 

Cuando me gané el papel, me dicen que Nacha es callada, es mujer tranquilita, muy sometida, sumisa. Y empieza esta Nacha a hacerme scratch en la cabeza. La empiezo a leer y digo: ”Pero yo no dejaría que a mi hijo… No juzgues, no eres tú”. Empezamos a ensayar y no entendía nada, no daba pie con bola, no sabía cómo hablaba, si era vallenata o guajira. Dios mío. Y me empieza el ataque. Y cuando a mí me entran esos ataques es muy bonito porque la única manera de solucionar los problemas es meterse en ellos. Llamé a una profesora que se llama Pilar Díaz Quesada, actriz argentina, y le pedí que me hiciera coach para este personaje.

Me fui con Magda, profesora de voz, y le dije (que) necesito que me ayudara a encontrarle las tres voces a esta mujer. Porque, cuando uno es joven, tiene agudos, es más juvenil; ya la mediana edad y la vejez son otra cosa. 

Pero solo se puede pasar de un personaje a otro con mucho trabajo, entendiendo, sumergiéndote, dejándote llevar. 

Esta es una historia muy bien escrita, muy bien realizada, el elenco no podría ser otro. Leandro no pudo ser otra persona que no fuera Silvestre; Arturo, Mario Espitia; Onofre, Diego Vásquez; y Erótida no pudo haber sido sino Aida Bossa, porque yo no me imagino cantando “en la serranía…” No canto como canta Aida Bossa.

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C.M.M.Z: Viña, ¡qué voz!

V.M:  Yo no canto porque a mí siempre me han dicho mis amigas que yo les doy hambre y en mi familia me mandaban a callar. Y eso que a mí el director Juan Carlos Mazzo me puso a cantar en Leandro, Andrés Marroquín me puso a cantar en La cacica, Jorge Alí Triana me puso a cantar un pedacito en Doña Flor y sus dos maridos. Siempre salgo diciendo tengo que tomar clases. 

C.M.M.Z: Pero, ¿odias a Nacha?, ¿no te da rabia con ella?

V.M: No. Ella es una mujer que, por contestona —porque lo dice en el libro y lo dice en el libreto—, los maridos la dejaron. Entonces, si a mí me dejan por contestona, ¿qué tengo que aprender a hacer? Callar. 

C.M.M.Z: ¿Te ha pasado que te dejen por contestona?

V.M: Obvio. Desde las amigas hasta mis hermanos. Me decían “fosforito”, “tarabita”, porque ellos dicen que yo contesto para todo, que para todo tengo una respuesta. Claro, porque soy una mujer contestona, no contestataria, que es distinto. Soy un fósforo y los fósforos, como se prenden, se apagan. 

A veces, yo le decía a Nacha, “¿por qué no se para?”, “¿por qué no echa a Erótida?”, pero esa soy yo. Mira ella como vive, lo básica que es, no es ni siquiera una mujer astuta. ¿Qué recibió Nacha?, ausencias. Todos la culparon de todo y ella dice: “Pero yo no he hecho nada”.

C.M.M.Z: ¿Y has sido Nacha alguna vez?

V.M: No, porque vengo de una mamá, vengo de unas abuelas, de un matriarcado en el que uno puede todo solo y eso también está mal. Yo no puedo instalar el televisor sola. Bueno, sí puedo, pero no me da la gana; yo sí puedo sola, pero qué rico es estar acompañada. Sola me demoro más, pero llego; si voy acompañada, llego feliz. 

Mi mamá siempre nos dijo: “Usted no necesita a nadie. Tenga un hijo, así sea sola”. Y esas primeras frases se te van volviendo mantras. 

Viña quedó embarazada a los 36 años. A los tres meses, terminó la relación con el padre de su hijo y casi muere antes del parto.

C.M.M.Z: Tuviste un hijo a los 36 años. ¿Fue una decisión propia?

V.M: Yo siempre dije que no quería ser mamá. Fue como mi retahíla desde que mi mamá, a los 22, me decía: “¿Cuándo vas a tener hijos?”, “¿cuándo vas a tener hijos?”. No voy a tener hijos, no me jodan más. A los 25 me senté con ella y le dije: “O soy una tía maravillosa (y) tengo sobrinos maravillosos… Déjame ser la tía loca que viaja por el mundo. Yo soy libre. No quiero ser responsable de otro ser humano”.

Cuando llega León a mi vida, yo había pasado por un proceso de fe. Tengo que ser súper honesta y esto nunca lo he contado… Me había ido a hacer La cacica, había terminado una relación de dos años y medio; estaba peleada con todas las religiones y con todas las clases de fe posibles.

Yo fui una niña de catequesis, leí toda la filosofía habida y por haber. Me pasé al budismo, al taoísmo, mejor dicho, pero no tenía nada que me conectara. No era un vacío, era una necesidad, como un montón de preguntas. 

Grabando La cacica, un día estoy en el hotel y sentí unas cosas muy horribles. Llamé a mi vecino Carlos Andrés Villa y le dije que tenía miedo. Nos fuimos para la casa de una amiga de él a rezar el Rosario y me dijeron que tenía que ir donde el padre Doriam Rocha. El padre Doriam me hizo entrar y me sorprendió que fuera un hombre joven, bacano. 

Empezamos un trabajo, unas conversaciones muy bonitas y, al final, después de todas esas visitas, me dice:

Ten los hijos que Dios te mande.

¿Por qué? —pregunté.

Yo sé por qué te lo estoy diciendo. —Yo me acuerdo de esta frase cuando casi me muero embarazada de León.

Yo conozco al papá de León, nos enamoramos de esas cosas que tú dices que es este amor. Esto no existe y era verdad. Eso no existía. Quedo embarazada y me volteo y digo: “Yo tengo este hijo”.

Pasa que el papá de León y yo nos separamos. Bola de humo. Estoy grabando en Yopal, me da un dolor de cabeza durante cinco días. Llegó a la Fundación Santa Fé y me encuentran una trombosis en la cabeza. Me dicen: “Tienes ‘Listeria monocytogenes’”. Era lo único que yo había leído en los libros de maternidad. Les pregunté a los médicos:

—¿Y mi bebé?

—No sabemos. Primero tú, porque no sabemos si se te va a descolgar la cara, si te va a dar una isquemia… no sabemos nada.

Cuando los doctores nos dan el diagnóstico a mi mamá y a mí, tenía seis meses de embarazo. 

C.M.M.Z: ¿Ya no tenías pareja?

V.M: Estaba sola. Desde los tres meses de León estaba sola. Y me acordé primero de las palabras de mi mamá: “Ten un hijo, así sea sola”. Un gran decreto. Y de las palabras del padre Doriam: “Ten los hijos que Dios te mande”. Yo renegué de Dios y le dije, “¿por qué me pasa esto?, ¿por haber dicho que no quería ser mamá?, ¿esa es la primera prueba que me vas a poner?” Afortunadamente salimos bien de ahí, después de estar internados casi un mes, con un diagnóstico reservado.

A mí la maternidad no me cambió. El amor me cambió. El sentir que tenía tanto amor dentro de mí y que había alguien que lo iba a recibir sin importar si soy respondona, contestona, sola, brava, mamadora de gallo, malhablada, culta o no culta; si me gradué de una universidad… Yo florecí con la maternidad, pude ir a lugares míos, a los que no había querido ir, como es la ternura, el pechiche, la dulzura. A ese lugar de niña al que siempre le hui, porque ‘yo puedo todo sola’, porque ‘yo soy una mujer muy fuerte’. Se empiezan a caer todos esos decretos y vamos pa’ delante.

León y yo llevamos seis años y sí me ama incondicionalmente. Hay una cosa muy bonita en la maternidad. A mis amigas que no quieren tener hijos yo les digo guarden los óvulos.

C.M.M.Z: ¿Tendrías otro hijo? 

V.M: Sí. A mí me hubiera gustado tener una familia grande, si te soy sincera, pero sola es muy jodido. Se puede. Lo sabemos las madres cabeza de hogar. A mí la palabra madre soltera no me gusta, porque yo nunca he visto que alguien le diga a la gente, “soy una madre divorciada” o “soy una madre casada”, entonces ¿por qué tiene que tener uno ese rótulo de madre soltera? Siempre he dicho que el estado civil no define la clase de mamá que soy.

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C.M.M.Z: ¿Tu hijo pregunta por el papá?  

V.M: Él tiene una relación con el papá. El otro día, en un crucero, le preguntaron León, “¿tienes papá?”, y contestó: “Sí y no”. Es un niño como yo, contestón, pero contesta porque tiene la respuesta, puede ser la verdadera o no. Yo no lo estoy criando con mentiras. Si me pregunta: “Mami, ¿mi papá me ama?”, le digo: “Yo no sé, gordo. Llámalo y pregúntale”. Porque yo no puedo decirle que alguien lo ama cuando está ausente, porque lo único que voy a hacer es que su referente de amor sea la ausencia.

Para llegar a esto hay que leer mucho, preguntar mucho, porque si no, puedes generar unos daños emocionales irreversibles. Hoy en día, con la crianza respetuosa, por lo que más quiero tener respeto es por su salud emocional. 

C.M.M.Z: Además, en los colegios hacen bullying por no tener papá.

V.M: Ah, pero si yo tengo un solo apellido y todavía me preguntan: “¿Y su otro apellido?”. Les digo: “No tengo. Afortunada tú. El mío se fue”. Yo soy de las que va contestando así. Bueno, a los 20 contestaba más así, ahora ya me ahorro esas peleas. Pero si tú dices: “Me llamo Virginia María Machado”, ¿por qué tienen que preguntarte cosas? Lo que pasa es que toda la vida ha existido bullying

C.M.M.Z: ¿Te hacían bullying?

V.M: Desde la casa. Eso es lo más divertido del mundo. Uno tiene hermanos mayores para que le hagan bullying. Los peores apodos de mi vida me los pusieron en mi casa, pero también el más lindo, que es Viña. Eso viene acompañado de crecer en un entorno donde tenía dos hermanos mayores y dos hermanos menores. 

Estaba parada al lado de mi hermana Gina —ya esto es anécdota en la familia y no hay dolores— y la gente llegaba y decía: “Tan linda Gina Paola, ella puede ser reina de Colombia. Virginia no, a ella todavía le faltan dos aguaceros”Todavía no me he mojado, no me han caído los dos aguaceros.

C.M.M.Z: ¿Consideras el matrimonio?

V.M: Toda la vida. ¿Tú crees que a mí no me criaron para casarme? Obvio. Lo que pasa es que no he encontrado a un valiente. 

C.M.M.Z: Una mujer empoderada es un reto grande para los hombres

V.M: Sí, pero como yo siempre he dicho, déjenme ser Viña Machado de la puerta de la calle para afuera. Dentro de la casa, yo cocino, pechicho, peino gatos, monto navidad, doblo ropa. No me voy a pelear en la casa por quién tiene más fuerza. Hermano, está bien, es usted. Los ovarios los tengo adentro, no los tengo afuera. No se los tengo que mostrar a nadie. 

C.M.M.Z: León no sale en las redes sociales. Hay un misterio con eso. 

V.M: ¿León por qué tiene que salir en redes sociales si León tiene 6 años? ¿Por qué yo tengo que exponer a mi hijo o mi vida privada a las redes sociales? No hay ningún misterio con León, es un niño hermoso.  Mira, la fuerza que yo hago para no publicar tanta pendejada de León… Yo entiendo a las mamás que saturan las redes con sus hijos porque uno se emboba. Está bien, no critico eso, pero yo me amarro. A veces subo los videos y los borro. Los subo y los borro. 

Tú sabes las fotos que quisiera montar con Eduardo [su novio] tan divinas que nos hemos tomado en todos los viajes que hemos hecho. La gente ni siquiera sabe que yo viajo, o si Eduardo y yo nos vemos lindos juntos, o si Eduardo y León se llevan fantástico; si nos disfrazamos los tres iguales o si nos vamos a un crucero los tres. Nadie sabe lo que pasa en mi vida. Y a veces le digo a Eduardo, “pongamos esta foto”, y pasan los tres segundos de la emoción y digo, “¿para qué?, ¿a quién le vamos a dar de comer?

Es como cuando me enganchaba con política en Twitter y un día mi hermano me llama y me dice: “No más”. Y le dije, “”, que bueno, porque me estaba dando agriera.

Actores y política

C.M.M.Z: ¿Qué piensa de los actores que hablan de política en sus redes sociales?

V.M: Los admiro, porque se necesita valor en este país para hablar de política. Te juro que ninguno de ellos es bruto. Al contrario. Son muy inteligentes, son sagaces, gente estudiada, son gente culta. Yo no podría hablar ni la mitad de lo que habla Julián Román de política o Adriana Lucía o Diana Ángel o Santiago Alarcón. Ellos saben, ellos se han leído todo, mi voz es la de una simple ciudadana. Si ellos sintieron esa labor, y que esa era la manera de comunicarla, es completamente respetable. 

Ahí voy otra vez con este país. “Como tú nada más juegas fútbol juega fútbol; como tú nada más actúas, actúa”. Perdóname, ¿y yo?, ¿mi voz? Si yo tengo un millón de followers, ¿por qué no les voy a decir mi opinión? No te voy a decir, “vota por fulano o vota por perencejo”. Es una opinión. O digo, “yo prefiero callarme para no entrar en debates, para que no me veten”. Entonces seguimos siendo un país de vetos, seguimos siendo un país de 1980 donde hablabas y te metían un tiro. Entonces ¿qué hemos cambiado como sociedad? Nada, porque no respetamos la opinión del otro. 

Siempre te están pullando un poquito más. Entonces, si yo llego a tener una voz o una opinión como la de mis colegas, eso no me corresponde. ¿Tú crees que tu deber es ser actriz y nada más?, ¿no eres una ciudadana?, y si tienes un canal con uno, dos o tres millones de followers, ¿nada más mueve el culo y muestra las tetas, que con eso es suficiente, no queremos saber nada más de ti?

Yo estoy en acuerdo con estar en completo desacuerdo y ahí empieza realmente un debate de nuestras ideas, de cómo concebimos las cosas y cuáles son nuestras posturas políticas, deportivas y de religión, que son los temas que uno debería tocar.  Pero yo no lo voy a hacer en las redes sociales. Decidí que no, porque prefiero tenerlo con mi entorno que me retroalimenta, no me señala y no me juzga.

Ahora, sí puedo informar de una tragedia, como que en Santa Marta o la costa están ahogadas en agua, esa sí. Pero si digo (que) no estoy de acuerdo con este Gobierno, si en cuatro meses todo va a tener el 40 por ciento de aranceles y estamos sumidos igual que toda la izquierda de Latinoamérica, eso no. Pero para allá vamos, porque los jóvenes votaron. ¡Qué chimba los jóvenes! 

Para qué me desgasto. Subo una fotico de los gatos follando en Instagram y me da igual.

C.M.M.Z: Usted es amiga de Marbelle. ¿Qué piensa de la firmatón para sacarla del programa La descarga, de Caracol Televisión?

V.M: Pienso que es una sociedad muy doble moral porque aquí alabamos a las mujeres guerreras, que salen adelante, que dicen lo que piensan, que no se dejan. Pero como tú dices lo que piensas y eres guerrera, entonces vete, dejémosla sin trabajo.

Gente, cojan oficio, que ella no le está haciendo daño a nadie. Son opiniones políticas respetables. Tú lo que no puedes hacer es juzgar a nadie por sus condiciones físicas, morales o emocionales, ahí sí yo no. Entonces ¿de qué lado estamos?, ¿qué quieren? ¿Un ‘qué lindo todo’, pero con un puñal o alguien que tú sabes qué piensa? Yo siempre digo de las aguas mansas líbrame señor, que de las turbias me libro yo. Yo prefiero una Marbelle a otras señoras. 

C.M.M.Z: ¿A cuáles?

V.M: No. Prefiero una Carla Giraldo que puede decir lo que le zumba la boca. Y cuando uno comete errores, así como fue capaz de vociferar, es capaz de decir perdón. Yo nunca he cazado peleas con ninguna, pero si me cogen mal parqueada, callada no me voy a quedar. Y si yo tengo la culpa, agacho la cabeza y digo, “marica, lo siento”.

También pienso que este es un país muy doble moral. Cuando a Marbelle se le murió la mamá, cuando Marbelle ayuda a alguien, cuando puede representar a Colombia, ahí sí, ‘ufff es nuestra’. Ah, pero porque dice lo que piensa, no lo merece. ¿Ustedes creen que ella se hizo cómo? Trbajando, mijos. Como se hace toda la gente en este país.

Este país no da nada gratis. Hay que trabajar y hay que tener talento y disciplina. Entonces dejen la bobada.

¿Por qué, más bien, no tumbamos a los que tenemos que tumbar, a los que realmente nos hacen daño, a estos gobiernos y a estos políticos? Ahí, sí no. Calladitos con que el recibo de la luz nos llegue en 500.000 o con que todas las empresas de servicios públicos de Colombia sean privados. Ahí sí, calladitos.

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El paso de Viña Machado por Masterchef Celebrity

C.M.M.Z: En Masterchef te vimos llorar y nos sorprendió, porque estamos acostumbrados a ver esa Viña guerrera y aguerrida.

V.M: Yo acababa de hacer a Gloria Mayorga, en Enfermeras. Entré a Masterchef para desintoxicarme y Masterchef terminó consumiéndome, porque no tenía tiempo para ver a mi hijo. Y a mí me gusta llegar a la casa y dormir a León y, antes del trabajo, alistar a León para irse a colegio. Yo llegaba y León estaba despierto a las 10:30 p.m, sentado en la cama, llorando y diciendo: “Tú amas más a Masterchef que a mí”.

Yo cociné muchas veces para irme de Masterchef y hubo alguien que cocinó peor que yo. 

Hubo un momento en el que me alejé de todo el mundo y no soportaba estar ahí, no quería estar en Masterchef. No tenía ni gusto ni olfato poscovid. Me dio vértigo, tenía mucho estrés, no llegaba a la casa a estudiar, compré libros de cocina que leía en la ruta, no fui disciplinada con Masterchef porque estaba cansada.

A mí gusta la cocina, me gusta el formato, me gusta el amor de Claudia Bahamón por Masterchef. Los tres jurados son maravillosos y yo lo único que podía hacer estando ahí era cocinar y cocinar bien. Pero hubo un par de días que tengo que reconocer que cociné para irme. Simplemente debí haber hecho lo que hizo Emmanuel Esparza, levantar los brazos e irme, pero mi yo competitiva no me dejaba. 

Vi los primeros capítulos y vi el final. Para mí, no existió. No entendí el odio de la gente, no entendí como nos masacraron por redes, como alguien puede llegar a desearte la muerte y decirte las cosas más horrorosas del mundo por un programa. Desde “no mereces ser mamá”, hasta “ojalá te mueras, perra hijueputa”.

C.M.M.Z: ¿Te preocupaba quedar como la bruja del cuento?

V.M: Mira, lo que pasa es que, cuando nosotras estábamos jugando, nos divertíamos, nos parchamos y nos pusimos retos y ganábamos. Decíamos: “Marica, nos van a amar”, porque nos echamos una prueba solo de mujeres. Pero no. Sentían que nosotros nos habíamos llevado a las mujeres para hacerlas perder. Entonces, en realidad, lo que ves es el juego del otro, por eso te digo que hubo gente muy inteligente.

Uno de mis compañeros se volteó y me dijo: “Ojalá pongan postre para que te vayas hoy”, y era el tercer programa. Y le dije: “Pues si tú quieres ganar entre débiles, dale. Yo pensé que aquí veníamos era a cocinar”. Un señor que admiré toda la vida y ese día se me cayó. No lo vuelvo a saludar. 

Entonces, cuando empieza a haber esta retroalimentación, ese retroveneno, no podía abrir Instagram ni ver Twitter. Abría y eso eran mensajes de odio. Y yo digo (que) con razón Britney Spears se volvió loca y se rapó la cabeza. Antes era la prensa, ahora es la gente que tiene redes sociales, que, como está detrás de un nombrecito con un huevito, cree que te puede decir de todo. 

C.M.M.Z: ¿Te deprimiste?

V.M: Sí me deprimí y Marbelle y Carla me decían, “ríase”, y yo no podía. Yo soy contestona, pero no soy contestataria, o sea, me vuelvo boba. Todos los días llegábamos al set y me decían:

—“Marica, te dieron duro ayer”.

Y yo decía:

—“Ah, sí, no lo vi”.

—“¿Cómo así? Si fuiste ‘trending topic’”.

Entonces le gana a uno la curiosidad y mira y ufff…

Me dio muy duro recibir tanto odio, tantos mensajes que tú dices ‘estamos podridos’. Eso es una competencia, un programa editado. Ahí se vale, ahí se vale marica mandar a comer de la que sabemos al otro. Eso no es la humanidad, ni la integridad de alguien. Uno pudo haber jugado al bueno, porque muchos lo hicieron, pero yo no tenía juego, yo era una carta blanca. Entonces, como siempre me afectaba todo, era una lágrima fácil. Soy super llorona y no lloro por todo, sino por las cosas que realmente me afectan y me peleé mucho con Masterchef al aire, mucho, mucho. Mi hijo salía en el capítulo final de Masterchef y no salió. 

De todo un poco

C.M.M.Z: Viña, y uno a ti no te ve desnuda en las redes sociales

V.M: ¡Ah, no!, porque de modelo me sacié. Mi mamá y mis hermanas dicen: “Ojalá uno tuviera el cuerpo tuyo, estaría viringo todo el día”. A mí me encanta la desnudez. En estos días pensé, “me quiero hacer unas fotos así”—de hecho, lo hablé con un fotógrafo—, donde se me vea el cuerpo divino y maravilloso. Claro, porque acabo de perder siete kilos que subí para Nacha y me fui en ese proceso con un endocrino y todavía estoy en eso. Después de muchos años, estoy pesando 61 kilos. ¡Yeah! Para mí, entre más flaca, mejor, siempre y cuando esté saludable.

Ahorita me siento un bombón asesino.

Me di mucho gusto cuando fui modelo. Fui muy afortunada porque había mucho arte, no esa desnudez de las redes de hoy en día. A veces mi ego me gana y digo, “quiero ‘likes’ hoy, quiero gustarle a alguien”, y de pronto por ahí pongo una fotico sexy y digo, “bueno. Ya. Listo”.

Viña Machado vina machado

Pero ya no. En realidad, esos afanes como que ya no me corresponden. Incluso estuve muy feliz haciendo Leandro porque no me tocó besar a nadie. Pero, igual, si el personaje lo amerita, no tengo ningún problema con eso. 

A veces digo ‘sí quiero’, porque nunca voy a estar más joven de lo que estoy ahora. La juventud, divino tesoro, pero ya se está yendo y viene esta madurez bellísima. A veces me preguntan: “¿Cuántos años tienes?”,  y digo 43. “No es cierto”, me dicen. Yo tampoco lo creo, pero los tengo. Ahora digo que tengo 40 y voy a tener 40 hasta que cumpla 50. Y cuando cumpla 55, digo que cumplí 50. Ayer una señora me dijo: “Ah, pero usted es una muchachita y esa Nacha tan vieja”, y yo: “Sí, señora, es que soy actriz”.

C.M.M.Z: Escribes poesía erótica.

V.M: Hace mucho no escribo y no es porque el erotismo esté bajito, sino porque no hay tiempo. Quiero sacar un libro y cada vez que me siento en este escritorio, pienso en cuándo va a suceder esto. Digo que quiero tomar clases. Me da pánico no escribir bien o poner la coma donde no va. Y a veces digo, “escribe sin puntos y sin comas, así como escribió García Márquez una vez. Tranquila, no pasa nada, vete de chorro”. Hay cosas que me dan pánico y creo que también es por el autojuicio, pero yo sé que algún día lo haré. Prefiero el libro que sacar un disco.

C.M.M.Z: Y eso que dicen de que querían alargar Leandro, pero que Silvestre Dangond no aceptó. ¿Es cierto?

V.M: No. La novela tiene 80 capítulos desde el principio hasta el final.¿ Cómo alargas una novela con todos muertos? Es ilógico. Ya todos tenemos como 300 años. Creo que estos fueron como rumores de la gente que quiere noticia alrededor de la novela, pero en realidad, no. La novela se hizo hasta el final, como estaba planeada. Ni Silvestre la dejó botada ni se habló de un alargue. Tengo que decir que Silvestre es un artista y que dejó sangre, sudor y lágrimas. ¡Qué compromiso! Muy respetuoso (del) oficio, apasionado, muy responsable. Listo para cantar, listo para jugar con uno, maravilloso ese muchacho mío. 

C.M.M.Z: Viña, ¿qué sigue?

V.M: A merced de la voluntad infinita de Dios, pero quiero respirar, ver el panorama y saber que hay un camino más grande. A mí me gustaría ser una primera, primerísima actriz de habla hispana. Creo que entro en una edad muy sabrosa actoralmente, sin miedo a nada.

*Clara María Mejía Zea (Medellín, 1974) tiene más de 25 años en el oficio. Trabajó como redactora en la revista Cromos, libretista en Caracol Televisión, editora general de la revista Jet-Set y documentalista en Teleantioquia. Estudió periodismo y comunicación social en la Universidad de La Sabana e hizo el curso Más allá de la escritura, de Isabel Allende, impartido por Cursiva y Penguin Random House, España, que la impulsó a dedicarse a la escritura. Recientemente publicó su primer libro, Mis primeras citas, y abrió un canal de YouTube, Clara María Mejía Zea, en el que entrevista a famosos sobre sus citas más curiosas.
Instagram: Tatumejia. Facebook: Clara María Mejía.
Siga con: Toto Vega, el actor y gestor cultural que falleció haciendo lo que más amaba

2 Comentarios

  1. Buena entrevista
    Deja ver la persona que es Viña Machado y sobretodo muy buena actriz.
    Un papel muy bueno el que representa como Nacha
    Chévere

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