Como el expresidente Donald Trump, Hernández identificó un malestar y se la jugó. Es un enigma para la mayoría de los colombianos y es un salto al vacío.
Como el expresidente Donald Trump, Hernández identificó un malestar y se la jugó. Es un enigma para la mayoría de los colombianos y es un salto al vacío.
Uribe corre el peligro de pasar a la historia no como el hombre de la seguridad democrática, sino como un tipo incapaz de afrontar a la justicia.
La única alternativa es mirar al centro de Sergio Fajardo. Es tibio, como Biden. Su gobierno sería de transición. No habrá grandes reformas. Su bancada en el Congreso es pequeña. No podrá hacer transformaciones. Pero es la mejor opción para Colombia: un cambio gradual.
La paz con legalidad no pegó en el exterior. Tristemente a los ojos de la comunidad internacional somos violadores de los derechos humanos.
Contrario a lo que se piensa, los respaldos por parte de Iván Duque y de miembros de su gobierno a Federico Gutiérrez podrían jugar en su contra.
Gustavo Petro ganó las elecciones de ayer. Su Pacto Histórico tuvo la votación más alta del Senado y de la Cámara de Representantes. Su consulta fue la más votada y superior a la de 2018. Tiene la mayor probabilidad de triunfar en la primera vuelta.
¿Qué es peor que un gobierno petrista? Uno uribista o, más exactamente, un gobierno que invierta en los tres huevitos de 2002. Estas políticas eran para esa época y es un error aplicarlas nuevamente a la Colombia del 2022.
Iván Duque es víctima del anti-internacionalismo de la opinión pública colombiana.
Duque sólo aceptaba la reinserción de los ex guerrilleros. La base era volverla el todo del acuerdo y dejar botados los otros puntos.
Federico Gutiérrez, como uribista al ciento por ciento, habló de muerte para los miembros de las organizaciones ilegales. Un problemita: el Estado no puede imponer la pena de la muerte. Es inconstitucional.
El lunes pasado salieron las listas para el Senado y la Cámara de Representantes, elecciones que se votarán el 13 de marzo de 2022. Infortunadamente, no fue así. La mayoría de los partidos inscribieron a los que ya estaban. Prefirieron a los conocidos que aquellos por conocer.
Para el columnista Alfonso Cuéllar el gobierno de Iván Duque “No fue capaz de pasar la página” y es evidente su falta de empatía frente al Proceso de Paz.
Uribe no pudo (¿quiso?) irse al retiro. No fueron suficientes los años en el poder. Quería (¿quiere?) más y eso le costó el prestigio. Los colombianos, que hace 11 años lo aplaudían, ahora aborrecen su presencia. Su apoyo favorable es mínimo, menor que el de Santos y Samper.
Es muy significativo que Biden no haya invitado a Duque todavía. Más aún cuando, en la región, Estados Unidos no tiene amigos.