Nos pasa con el conde Luisca, el Drácula contemporáneo, y toda su horda de poderosos vampiros insaciables.
Nos pasa con el conde Luisca, el Drácula contemporáneo, y toda su horda de poderosos vampiros insaciables.
Continuar así es seguir en ridículo entre Iotas y expresidentes idiotas.
En esta columna de opinión, Camila Rivera define a Rodolfo Hernández como la encarnación del capricho.
¿De veras ustedes, decentes y moderados, se sumarán a un personaje de ese talante, que constituye el ejemplo contrario al diálogo y a la resolución pacífica de conflictos de la que ustedes hablan?
Iniciemos la transición hacia un estado sin golpes. No nos dejemos sitiar. Votemos con conocimiento y convicción
En este relato, la autora narra algunas de las dificultades e injusticias poco afines con el derecho laboral, que padecen los contratistas por prestación de servicios vinculados por el Estado. Un tema que debe posicionarse en la agenda de los candidatos presidenciales y del próximo gobierno.
Con este relato, Camila Rivera reflexiona sobre las exigencias que se les hacen a las mujeres, en especial, para cumplir estándares corporales que pueden ser muy violentos y fatales desde otros puntos de vista más allá de los kilos de más.
“A Hety lo asesinó una guerra que no era suya. Balas de unos clanes que se inventaron en el continente y que sigue acabando con las islas (y con toda Colombia). La muerte hecha un proyecto al que se han vinculado jóvenes isleños por falta de oportunidades y de esperanza”.
Aquí estamos, queriendo interrumpir la gestación de un sistema que se reproduce sin cesar. Pero los mismos que hacen la guerra son los que se resisten al aborto. Mal paridos hijos de Putin.
Si la huella de la marca es profunda y enorme, de mayor tamaño debe ser la responsabilidad ética, la rigurosidad periodística y el compromiso del nuevo Cambio con Colombia.
Así es, el pasado de cada uno de los precandidatos ya está escrito. La gran mayoría han hecho parte del “establecimiento”.
El fiscal debería ser investigado. Este país necesita señales que den esperanza y credibilidad institucional, pero lo que el gobierno ha dado es desgobierno, desesperanza y hasta risa.
“El pueblo raizal es comunión de tierra y océano, semilla de viento y crisálida de mar. Para toda esa comunidad, para los viejos lobos de mar que partieron, y para sus líderes y lideresas que al juntarse hacen la magia del manglar, todo mi respeto y mis plegarias en otro maldito noviembre sin final”.
¿La puesta en escena del gobierno, liderada por Iván Duque es una adaptación de la película colombiana?
Así como los hijos no les pertenecen a sus padres, Bogotá no les pertenece a unos pocos que se sienten dueños del chuzo y de esa identidad fija, excluyente e insoportable.
“Debería reconocerse un tribunal en el que los raizales, como sujeto étnico y el mar como sujeto de derechos, decidieran su destino”.
La penosa “inferiorización” de las empleadas domésticas, convertidas en propiedad y objeto, es una práctica repugnante desde la Colonia en Colombia.
No buscamos aprobarnos en los hombres, y menos en los que a duras penas balbucean el recorrido de un gol.
Llama la atención que el patriarca hable tanto de la autoridad para llevar las riendas del país, cuando en su propia finca no es capaz de controlar la malcriadez de sus hijos.
Al volver a casa con mi hija, tan solo la abracé y le dije: “nunca, nunca te vas a sentir culpable de las demencias ajenas”.
La tragedia de Providencia hizo evidente la relación entre crisis humanitaria, racismo, despojo y capitalismo, así como la negligencia del gobierno. Foto: Joel Peñaloza.
Recibamos el abrazo con el que nos saluda la CIDH, esperando que el Gobierno siga sus pasos, y que nosotros decidamos, finalmente, mirarnos a los ojos. Porque la rabia social no se resuelve con violencia radical.