“El país entero espera anuncios positivos sobre la marcha de estas conversaciones y avances reales en el desescalamiento del conflicto armado con el ELN”
“El país entero espera anuncios positivos sobre la marcha de estas conversaciones y avances reales en el desescalamiento del conflicto armado con el ELN”
Adversarios y simpatizantes del presidente Petro coinciden en señalar que él y su equipo de trabajo tienen graves problemas de comunicación.
“Se trata (…) de entender que se ha construido una humanidad, un sistema-mundo cuya base es la opresión y la violencia contra las mujeres y que nuestro país hace parte de dicho sistema”.
Las movilizaciones de protesta sucedidas en Colombia durante la segunda década de este siglo no ocurrieron como rebelión sin causa.
El presidente Gustavo Petro denunció hace poco que el peor enemigo de los cambios que propone su gobierno está dentro del propio gobierno. Lo llamó enemigo interno. ¿A qué se refería?
Diciendo las mentiras que sus votantes quieren que les digan, y sin la más mínima sustentación, van erosionando el Estado de Derecho, las leyes y las instituciones que lo constituyen. Mintiendo van construyendo, poco a poco, un Estado de opinión.
Poco más de dos meses después de posesionado este Gobierno, se reiniciaron, formalmente, los diálogos de paz con el ELN que suscitan, por partes iguales, un escepticismo radical o un optimismo desbordado.
Tal vez la coalición de gobierno pueda dejar de mirarse el ombligo y disminuir sus disputas internas por la distribución de burocracia
La renuncia de Rodolfo Hernández al Senado era previsible. Sin su publicista de cabecera y obligado a hacer mucho más que pequeñas piezas comunicativas en ‘TikTok’, el excandidato presidencial tuvo que reconocer que carece de altura intelectual para desarrollar una labor parlamentaria de calidad.
Laureano Gómez transformó todo debate político en una confrontación radical entre la verdad y la virtud que, supuestamente, él encarnaba.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, y la vicepresidenta, Francia Márquez, ya casi cumplen un mes de estar gobernando. Él, ella, el equipo de Gobierno y la bancada parlamentaria que respalda sus iniciativas han concentrado algunos de sus mejores esfuerzos en la propuesta de Paz Completa.
Con una oposición tan débil y tan carente de proyecto político, como la que hay, Colombia seguirá teniendo una democracia frágil y restringida. Muy expuesta a excesos de poder por parte del gobierno.
El nuevo ministro de Justicia, Néstor Osuna, parece conocer mucho más que generalidades acerca de la situación de las cárceles en Colombia.
La Fiscalía no puede conspirar y convertirse, otra vez, en un obstáculo para la paz, como lo hizo bajo la dirección de Néstor H. Martínez, que construyó acusaciones falsas contra excombatientes hasta llevarlos de regreso a la guerra.
La participación protagónica de la sociedad civil constituye una dificultad añadida al, de por sí, difícil proceso de conversaciones y acuerdos entre el Estado Colombiano y el ELN.
Siguiendo, con algo de cuidado, las noticias diarias sobre el gobierno del Pacto Histórico, se puede observar que la mayoría de ellas las producen dos grupos de presión con intereses opuestos entre sí.
La dirigencia actual tiene la convicción de que nadie puede reclamarle, ni judicializarla. Está en guerra contra la sociedad y va ganando. Pero, sus mentiras y las noticias falsas que propaga tienen cada vez menos efecto y en un menor número de personas. Esta dirigencia que es puro delito y farándula ha empezado a perder.
La gente está alerta para que se haga el cambio prometido. No olvida que ella es el poder que se construye a diario en su resistencia cotidiana, en cada casa, en cada calle;
No es un juicioso trabajo de investigación periodística, sino una campaña política. Campaña adelantada por periodistas, dirigida a sumar votos en favor de Hernández.
Liberalismo, conservatismo y uribismo son ‘ismos’ que antes garantizaban el triunfo electoral. Hoy son una especie de estigma que ningún candidato quiere llevar.
Las campañas entraron en dos estrategias: despertar miedo o entusiasmo y desprestigiar a los rivales, en especial si los candidatos no tienen programas ni buenas propuestas.