Visto desde un punto de vista social, nos damos cuenta de que el progreso excluye siempre a lo que deja por detrás en su movimiento hacia adelante, mientras lo condena a no tener futuro.
Visto desde un punto de vista social, nos damos cuenta de que el progreso excluye siempre a lo que deja por detrás en su movimiento hacia adelante, mientras lo condena a no tener futuro.
El futuro -aunque invisible- se hace presente constantemente en nuestra cotidianidad y orienta nuestra forma de habitarla.
La lluvia excesiva nos recuerda que queda poco tiempo, que estamos como en el diluvio universal, al borde del fin de los tiempos. Pero no hay una barca común que pueda salvarnos porque en ella nunca han cabido todos, ni hay otro mundo al que podamos escapar.
Frente a dinámicas del mundo que requieren cada vez más la integración de los individuos al mercado y a sus lógicas de productivismo y crecimiento, exponerse realmente a pensar, se considera ineficiente.
Quienes creemos en la democracia genuina aspiramos a reducir cada vez más las violencias más destructivas e incapacitantes, las más sistémicas y crueles, pero una eliminación completa de la violencia es imposible, porque donde el conflicto es irreductible, como en la pluralidad humana, el daño y la destrucción de relaciones siempre puede aparecer.
Si se revisan las cifras sobre desigualdad global en vínculo con aquellas que indican quiénes son los países más responsables del cambio climático, podríamos decir que el mundo entero va quedando sacrificado para el provecho del 10% de las personas más ricas del planeta
Incluso la literatura más especializada en geociencias reconoce que la degradación ambiental, la pérdida de biodiversidad, la alteración en los ciclos biogeoquímicos por la actividad humana pueden remontarse a prácticas de extracción, deforestación, y explotación, vinculadas a la expansión colonial y la creación de un mercado global
Es significativo que la discusión sobre decrecimiento económico, lanzada recientemente en el escenario público colombiano, haya dejado confundidos a opinadores y economistas, a quienes les parece impensable una economía que no esté regida por el mandato de crecimiento.
En los rituales de la pasada posesión algo de esto se resquebrajó y cedió el paso a la manifestación de la dignidad de cualquiera. Una dignidad que tiene que seguirse demostrando en las acciones políticas del nuevo gobierno y en las decisiones de fondo sobre el trabajo, la producción energética, la distribución de la riqueza, la educación y la salud, que ya empieza a tomar.
Sebastián Nohra asume como obvio el mandato del crecimiento económico sin advertir siquiera que este mandato se ha demostrado ecológicamente insostenible.
En el evento de presentación del informe final de la Comisión de la Verdad, el padre de Roux lanzó la pregunta: “¿Por qué, como sociedad, no hicimos nada para parar esta guerra?” En los días que siguieron, muchas personas quedaron tocadas por esta pregunta y, en muchos casos, se han dado golpes de pecho lastimeros: “qué poco considerados hemos sido”, “cuánta falta de compasión frente a las víctimas”.
En esta columna, Laura Quintana expone su opinión sobre los rasgos del fascismo en Rodolfo Hernández, sin perder de vista los errores de Gustavo Petro. ¿Estamos condenados a dos abismos similares?
Esta es la gramática de una democracia radical que exige instituciones expuestas a ser cuestionadas para hacer posible -cada vez más- formas de igualdad, y a ser ocupadas e intervenidas por cualquiera, sin ningún título de riqueza o autoridad.
El paramilitarismo de los 90 no es el mismo que el de hoy en día. Actualmente se ha hecho más difuso e informal, pero sus redes no han dejado de ser determinantes en la vida pública del país.
Cuando algo se ‘rectifica’, además, se reconoce que se cometió un error y se corrige. Sin embargo, aquí no se trató de un ‘mero error’.
En el actual escenario electoral parecería, a primera vista, que todos quieren mostrarse afines al centro.
Colombia, como lo destaca Jacobo Grajales, es un orden social basado en la defensa “cuasi-religiosa de los derechos de propiedad”, asumidos como condición básica de la “estabilidad social y política” de un orden tremendamente desigual.
El mundo nos grita que la lógica militarista, patriarcal y acumulativa, impulsada por el ansia de control de los cuerpos y los territorios, nos está consumiendo y agotando al borde de lo invivible, del fin del mundo.
Laura Quintana habla de la película ‘Dónde está la casa de mi amigo’ del director iraní Abbas Kiarostami para entender los ritmos de la vida y otras formas para escuchar.
Por supuesto que desde hace tiempo me había dado cuenta -es más que evidente- cómo se ha capitalizado constantemente lo transgresivo, vendiendo por ejemplo grandes marcas a través de grafitis, instrumentalizando figuras no hegemónicas en pautas publicitarias de grandes corporaciones.
No puedo recordar, en cada minuto de mi existencia, todo el horror que atraviesa -en múltiples capas históricas- a un país como Colombia.
¿Cómo entiende la filosofía el ocio? En esta columna de opinión, Laura Quintana explica cómo el fin de año trae un deseo de desconexión y contemplación.
Si los líderes de la “esperanza” realmente quisieran contrarrestar la producción de odio escucharían esa digna rabia, la harían valer, oirían sus reclamos de justicia y sus propuestas para construir instituciones más igualitarias y comunes en el país.
Trastocar el sentido común colonial que se ha instalado en Colombia implica ir desincorporando algunos de estos nudos ciegos.
Resistir a la desposesión del futuro que hoy se impone para muchas personas, requiere poner en cuestión ese marco económico tan desigualitario pero también confiar en la capacidad de cualquiera
La bulla que ensordece, aunque lo intente, no puede acallar el ruido infinito por los asesinados y los desaparecidos, que aún exigen el espacio para la escucha de su verdad.
La columnista Laura Quintana habla de su apoyo al Pacto Histórico como propuesta para la construcción de paz en Colombia.
La buena literatura se caracteriza por quebrar hábitos de experiencia, abrir la sensación, mover al pensamiento y trazar otros lugares de lo posible a través de la imaginación
El padre De Roux contestó, en tono conciliador, que todo el mundo tiene sus cosas buenas, y que de pronto se podría pensar en algunas de la medidas económicas implementadas en los mandatos del expresidente Uribe.
La semana pasada estuve en Buenaventura, una ciudad que, en el decir de un habitante del lugar con el que conversé, ha sido devorada por un puerto.
Preocupa el impacto que pueda tener el informe final de la Comisión de la Verdad por el contexto tan adverso en el que se publicará.
¿Cómo reconciliarnos con un proyecto nacional que “está montado sobre la sangre y la miseria de los desposeídos” ?
Es muy difícil que el diálogo pueda funcionar cuando se entiende la movilización como un estallido ciego, en espera de soluciones.
Este gobierno ha erosionado la división de poderes, y ha concentrado el poder en el partido que representa; ha intensificado la militarización de la vida, ha perseguido y reprimido brutalmente la protesta.
Los jóvenes dicen: “vándalos son los que ha expoliado a este país y han desmantelado todo marco de protección pública”.