Más allá de su talento, nunca pudo superar la marca asfixiante de los alucinógenos y el alcohol que signaron su carrera y lo llevaron incluso a perder la gran opción de jugar con Estudiantes de La Plata, adonde llegó por expreso pedido de Bilardo, a pesar de que el “doctor” conocía de los demonios de su hombre de confianza.