Resignación. Ya si algún día ese berraco reloj de nuevo estaba en mi muñeca, pues sería gracias a la fortuna, porque el destino navegaba en completa contravía conspirando directamente contra el reencuentro.
Resignación. Ya si algún día ese berraco reloj de nuevo estaba en mi muñeca, pues sería gracias a la fortuna, porque el destino navegaba en completa contravía conspirando directamente contra el reencuentro.
Cuando ya me alistaba para, sin saber exactamente por qué, ser protagonista de un capítulo de “Alerta aeropuerto”, me condujeron hacia otro lugar para repetir el examen, mientras que mis objetos personales -entre los que estaba el portátil, el equipo de transmisión de radio y el reloj, entre otras- quedaban abandonados-.
En su más reciente columna, Nicolás Samper calienta el clásico capitalino con sus principales recuerdos de los Millonarios vs. Santa Fe.
Es lindo ver que el PSG cae al suelo resbalando en tantas cáscaras de banano que ha lanzado a su propio suelo.
No sigue pasando nada tampoco en medio del Huila-Tolima programado el viernes. Como no pasó nada tampoco en medio del Tolima-Millonarios en el que un tipejo de apellido Montenegro agredió a un futbolista por un odio tan gordo y desagradable como su propio físico.
Y todo el mundo le está cayendo al pobre Gabriel Paulista por esa acción algo violenta, pero que definitivamente es un reflejo de lo que le puede pasar a cualquiera de nosotros. Hay pequeños “raptos de furia” que nos llenan la paciencia más allá de que nuestro comportamiento sea de monje tibetano.
Más allá de su talento, nunca pudo superar la marca asfixiante de los alucinógenos y el alcohol que signaron su carrera y lo llevaron incluso a perder la gran opción de jugar con Estudiantes de La Plata, adonde llegó por expreso pedido de Bilardo, a pesar de que el “doctor” conocía de los demonios de su hombre de confianza.
Desde el Mundial de Catar, Nicolás Samper cuenta una anécdota que vivió en el lánguido y aburrido empate a ceros entre Uruguay y Corea del Sur.
Ahora que se acerca Catar 2022, y como todo fanático del fútbol, Nicolás Samper hace un repaso de cómo ha cambiado su vida desde que vio su primer mundial, en España 1982, hasta ahora, saltando cada cuatro años.
Las víctimas fueron en su mayoría deportistas aficionados hombres, que tuvieron la mala suerte de salir a trotar en las vecindades de Vargas, llamado desde ese instante “el comegente”.
Una cosa es cumplir con ciertas pautas que conducen a un juego efectivo y otras son las que nos indican que un equipo, a partir de la estética, es capaz de hacernos creer que está, en efecto, jugando bien.
Es un gran arquero. La Roma de José Mourinho lo tiene como uno de sus hombres de confianza y es uno de los cimientos en los que se sostienen la estructura de este club.
Tiene suerte Atzili que que Carlos Bilardo no lo dirija. El doctor, probablemente, le habría echado su celular dentro de una piscina o lo hubiera arrojado a un acuario infestado de tiburones para tener la seguridad de que el jugador jamás lo iba a recuperar.
Siempre en el panorama habrá esa clase de historias entrelazadas entre el Goliat benevolente y el David que no será observado como un héroe, sino que cargará con el rotulo de verdugo.
Mi admiración a los ciclistas, siempre. Mi indignación con los fastidiosos que quieren robar cámara a costa de ellos, siempre.
La defensa es una frase manida, convertida en dogma: “qué pena, pero ahí está en Google”. ¡Y a mí qué mierda me importa que esté en Google si eso lo pudo escribir un marinero noruego embriagado que no presenció nada, sino que levantó un texto a partir de lo que encontró…EN GOOGLE!
Y ahí está el reto: saber si Rüdiger sabrá asumir ese rol tan complejo de los equipos gigantes: defender lejos del arco y saber cubrir con tiempo y espacio las hectáreas de césped que lo separan de su arquero.
¿A qué juega el nuevo entrenador de la Selección Colombia, Néstor Lorenzo? ¿Qué debemos esperar de él en cuanto a las maneras y la forma de jugar? ¿Fue una decisión acertada?
Vale muchísimo la pena sumergirse en la lectura de ‘Pecoso. Vida y anécdotas en el fútbol’, libro escrito por Francisco Henao Bolívar y Santiago Cruz Hoyos.
El PSG, el Chelsea y el Manchester City, tres equipos inflados a partir de una grandeza adquirida con dinero, tuvieron que devolverse a sus casas montados en una calabaza.
Un DT obsesionado por una idea es maravilloso, porque -y he ahí su destreza- puede llevar a un lugar más privilegiado a sus dirigidos. Jugadores corrientes se vuelven buenos y cracks se hacen estelares.
Esta fiesta democrática la llevan a un sitio en el que realmente poco y nada les interesa eso de la pluralidad.
A propósito del caso del recientemente fugado ‘Matamba’, que tiene de alias el apellido de un futbolista colombiano, Nicolás Samper recuerda otros casos de motes en el hampa inspirados en el fútbol.
Piendibene fue el primer falso 9 de la historia y así, al lado de su Sancho Panza elegido, que era centre-half y se llamaba John Harley, se convirtieron en los Bud Spencer y Terence Hill del fútbol charrúa.
Tener un gol y no poderlo hacer; cometer un error que propicia una oportunidad clara de gol y que al final no haya grito. Hay que encontrar verdadera sincronía en medio de la desincronización.
Nicolás Samper relata un episodio de venganza futbolera con un funcionario negligente que le negó un trámite por puro capricho.
Al borde del suicidio y apegada a las drogas como único placebo para soportar una vida encargada de golpearla hasta quebrarle los huesos, logró escapar de tanto dolor. ¿Cómo? Poniendo el pecho, como lo hizo siempre. Ella era Elza Soares, fallecida el pasado 20 de enero.
Y Andrés, que era más bueno que el Alka Seltzer, dejó pasar y siguió en lo suyo, sin hacerle daño a nadie. Y en esos tiempos me lo encontré. Y compartimos mucho.
El fútbol cada vez pierde más espontaneidad, ya no es solo cosa del VAR.
Los trámites engorrosos y la legislación laxa hacen parte del coctel que aprovechan los malandros para seguir asesinando gente con toda la tranquilidad, así como la despreocupación rampante de la administración distrital.
Difícilmente haya existido un futbolista capaz de haber usado tanto papel carbón en sus ejecuciones, que eran únicas, sin duda, pero que contaban con réplicas muy cercanas a su obra máxima.
En su primera columna, Nicolás Samper reflexiona sobre el estado actual de la Selección Colombia con miras a Qatar 2022.