La llegada de la izquierda al poder le malogró la bilis a un primoroso grupo de ciudadanos que ha manejado el país a su antojo desde que sus antepasados le volvieron añicos el florero al chapetón José González Llorente.
La llegada de la izquierda al poder le malogró la bilis a un primoroso grupo de ciudadanos que ha manejado el país a su antojo desde que sus antepasados le volvieron añicos el florero al chapetón José González Llorente.
Hemos tenido 22 meses de lluvias por efectos del fenómeno de La Niña que, de manera insólita, se prolongó por tres años y que según los expertos en nubes y truenos del Ideam se extenderá “con un ~76% de probabilidad hasta el mes de febrero”, cuando las condiciones de neutralidad retornarían.
Colombia ha sido un país de masacres y de masacradores en el que le hemos hecho un culto perverso a las armas, a la venganza y a la muerte. Un país con exceso de patria guerrera e inexistencia o deficiencia de la noción de ‘matria’ amorosa.
“Los áulicos pueden llegar a hacer cosas delirantes, por fuera de cualquier libreto racional, de aquellas que ni siquiera el más imaginativo novelista puede llegar a imaginar”: Pedro Luis Barco, ‘Los serviles y el perfume del poder’
Llevamos medio siglo soportando la más abyecta de las maldiciones: vivimos o, mejor dicho, sobrevivimos en un país al que una política imperial contra las drogas lo arrojó a las fauces del dinero fácil, de la extravagancia, del sicariato y la guerra eterna.
Es necio calificar a un gobierno por lo que hizo en sus primeros 100 días. Ese embeleco lo introdujo López Michelsen y desde entonces hasta el alcalde del municipio de Chupamestepenco lo hace.
De las historias asombrosas e insólitas que se han tejido en el planeta, pocas tan sorprendentes como la de Hamilton Naki, un negro talentoso y apacible que nació en 1926, en una aldea sudafricana deprimida que fue convertida en gueto por el sistema del apartheid.
Laureano Eleuterio Gómez Castro fue, de lejos, el político del siglo XX más controvertido de todos cuantos en Colombia han sido. Las masas conservadoras —no todas— lo seguían con fe ciega, mientras que las liberales lo odiaban con temor.
El expresidente Álvaro Uribe, pese a que ganó cuatro elecciones presidenciales, no tuvo fortuna en la escogencia de su sucesor, como tampoco en la del sucesor de su sucesor.
El saqueo a la Dirección Nacional de Estupefacientes originó que más de 50 personas fueran vinculadas y llevó a la cárcel a dos exdirectores. A pesar de esto, algo grave pasa en la entidad que la reemplazó: La SAE.
Aun cuando ningún médico me había diagnosticado, presentía que mi corazón no funcionaba todo lo bien que yo quisiera.
El expresidente Virgilio Barco fue un presidente lejano, parco, un poco turulato, como grogui; pero relativamente exitoso. Sobre todo, jamás ofició como expresidente.
Esa noche del verano de 1980, Gardeazábal leía, sentado en un taburete de madera en su casa de alquiler en el barrio El Lido, de Cali, Colombia. Lo acompañaban sus incontables libros y un par de perros diminutos con nombres de mastines fieros: Caifás y Barrabás.
Las agencias internacionales de meteorología pronosticaron este mes que el fenómeno de La Niña, que se oficializó desde el 2020, persistirá otro año, configurando un triple episodio del cual aún no se sabe su magnitud, que puede ser débil, moderada o fuerte.
Aunque los correveidiles y ujieres de los grandes capitales corrieron a burlarse y a silenciar a ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, la teoría del decrecimiento sigue abriéndose camino y terminará por quedar explícita en los compromisos de los gobiernos frente al cambio climático.
El patinaje, que tantos glorias le ha dado al país, aún no es reconocido como deporte olímpico. El Gobierno Petro debería desplegar su nueva diplomacia para conseguirlo.
Pocos funcionarios tan controvertidos como el exfiscal Néstor Humberto Martínez Neira, hijo de uno de los más queridos por los colombianos, Humberto Martínez Salcedo, el fino humorista político que encarnó al ‘maistro’ Salustiano Tapias, que representó al sufrido pueblo colombiano por años.
El mundo de ese entonces permanecía aun atrapado en el siglo XIX, merced al incienso que la iglesia católica, apostólica y romana, con mano dura, esparcía por todos los rincones del país.
El M-19 reivindicó, del libertador, su pensamiento, su legado histórico, su lucha, sus principios de justicia y equidad; mientras que la política tradicional colombiana siempre lo ha exaltado en obras físicas, en estatuas y en avenidas, a la vez que ha enterrado y momificado su ideario.
Es hora de que la educación ambiental se haga directamente a los propietarios de los predios rurales, que son quienes poseen las hachas y las motosierras.
Por segunda vez, al Centro Democrático le tocará ejercer la oposición en el Congreso, ahora, sin Uribe. Todo indica que la vallecaucana María Fernanda Cabal podría ser quien lidere.
De julio a octubre es la temporada de festivales ballenatos en Colombia. Hay dos tipos de festivales en ambas costas que, aunque disímiles, colman las exigencias de los turistas más emperifollados. Y ambos deben experimentarse, al menos, una vez en la vida.
El nuevo Gobierno debe propiciar un revolcón en las mentes de los dirigentes del transporte, que se acostumbraron a vivir sin trenes.
El árbol, el oxígeno y el agua son la esencia de la vida y el motor de las demás cosas. Las selvas y los ríos constituyen una descomunal fábrica de servicios ambientales y son nuestra verdadera riqueza.
Petro se pilló de una que la espada desenvainada en un rincón del palacio representaba una gran oportunidad para su política de paz.
“La abolición del virus del racismo exige que todos los pueblos del mundo terminemos, como terrícolas, mirando un futuro común”
¿En qué se parecen Rodolfo Hernández y Nicolás Maduro? nuestro columnista Pedro Luis Barco Díaz explica sus similitudes.
Al despertar de su pesadilla en el Palacio de Nariño, y a ocho días de las elecciones presidenciales, Pedro Luis Barco sabe que el país tiene la obligación de optar por un verdadero cambio.
La prueba de fuego para conocer cuál de los dos ganadores, Petro o Rodolfo, proponía un genuino cambio, era saber dónde iban a aterrizar, para la segunda vuelta, las fuerzas del continuismo, sobre todo las del uribismo y su séquito.
Duque resultó más desentendido que Marroquín y Pastrana. El primero, al menos, fue un gran filólogo, ortólogo y versificador. El segundo fue, al menos, un buen presentador de televisión
Gracias a Duque, en las elecciones del 13 de marzo pasado, las fuerzas de la izquierda doblaron en votos, por primera vez, a las de la derecha.
Los medios y la opinión pública solo se ocupan del alcalde de Medellín, pero lo que en realidad naufraga son los derechos de los funcionarios elegidos por voto popular y los derechos de sus sufragantes; es decir, la democracia misma amenazada por la Procuradora.
La vida de Francia Márquez ha sido, desde muy niña, de lucha, de grandes peligros y de enormes dificultades, tal como suelen ser las vidas de millones de colombianos que han nacido en la pobreza y el abandono estatal.
El declive del Álvaro Uribe también se debió a su vicio de mandar y al desvarío de sentirse indispensable.
Federico Gutiérrez es quien enarbola el discurso del odio y de las falsedades. No es el candidato de la gente como dice su eslogan, sino el candidato del continuismo, de Uribe, de Duque y de todos los clanes políticos de Colombia.